Solidez para la banca del futuro
Los máximos responsables de la economía y las finanzas de todo el mundo parecen haber pisado el acelerador de la toma de decisiones, o al menos del análisis de propuestas, con la vista puesta en la cumbre de Pittsburgh que ha de celebrarse los días 24 y 25 de septiembre. Una reunión al máximo nivel que tiene como ambicioso objetivo aprobar un conjunto de medidas que eviten los excesos que provocaron el estallido de la crisis financiera.
Y una de las más trascendentes es, sin lugar a dudas, el nuevo marco de exigencias de capital y de control sobre el sistema bancario. Los principales bancos centrales de todo el mundo son partidarios, en línea con lo que ya viene aplicando desde hace tiempo el Banco de España, de la fijación de unas reservas de capital, de carácter aniticíclico, suplementarias a las exigidas en la actualidad. Además, las entidades estarían obligadas a incrementar la calidad del capital, aumentando las exigencias de Tier 1. Ello se complementaría con el establecimiento de unos fondos de liquidez mínimos, así como un nivel máximo de apalancamiento, aplicables homogéneamente en todo el mundo. El diseño esbozado por los bancos centrales, pese a los problemas iniciales que puede generar en algunas entidades, suena bien. Sólo falta el imprescindible impulso político.