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Tribuna
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Fidelidad bancaria, ¿un concepto caduco?

Con cuántas entidades financieras deberíamos trabajar? ¿Sólo una? ¿Varias a la vez? ¿Cuál es la más indicada? La relación entre los bancos y sus clientes ha cambiado mucho. Se acabó la fidelidad eterna con el banco o la caja de toda la vida. Las entidades somos conscientes de que el cliente tiene cada vez más conocimientos financieros, que compara la oferta del mercado, que optará por los productos que le sean más beneficiosos… como tiene que ser.

En el último año se han visto dos tendencias muy pronunciadas. Debido a la crisis financiera, en otoño de 2008, muchos clientes se plantearon si debían diversificar su patrimonio entre entidades financieras por si acaso. Y por otro lado, algunos se movían de banco o de caja a la caza de oportunidades en depósitos, hipotecas... Pero yendo más allá de la coyuntura y las promociones esporádicas, ¿qué debería tener en cuenta un particular a la hora de decidir con qué entidades trabaja?

Los aspectos que se pueden valorar tienen relación con la solvencia y solidez de la entidad; el tipo de productos y servicios; el precio; el trato, y la atención. Pero como centro de la decisión, se debe reflexionar sobre las necesidades y planes de futuro personales.

La diversificación bancaria ha provocado para muchos la dificultad de controlar todas sus cuentas y contratos, así como el pago de comisiones que se podrían haber ahorrado. Además, conlleva un perjuicio adicional importante para el inversor: el poco conocimiento que tienen de él en la nueva entidad. Su gestor financiero, al no disponer de una visión global de la cartera, puede tener dificultades a la hora de aconsejarle sobre qué pasos dar, qué inversiones deshacer y qué otras realizar. El apoyo experto de un banco resulta clave para disponer de alternativas, soluciones y perspectivas de rentabilidad adecuadas al perfil de riesgo del cliente.

Sumar posiciones y operativa también supone que el banco conoce mejor el perfil de crédito del cliente. En países como Estados Unidos funciona el llamado expediente crediticio, que avala la solvencia en base al comportamiento pasado en el pago de préstamos. Este sistema no está implantado en España. Las entidades españolas necesitan comprobar de manera exhaustiva cuál es la capacidad de pago de cada cliente, sobre todo en un momento como el actual, con los índices de morosidad disparados. Para tramitar la solicitud se requiere documentación, pero es fundamental el conocimiento del cliente.

El conocimiento mutuo acaba siendo la mejor fórmula para una correcta relación entre entidad financiera y cliente. Este conocimiento lo conforman diferentes aspectos, y para el cliente el más importante es saber que está en la entidad adecuada para cubrir correctamente sus necesidades financieras. Por mucho que haya cambiado el panorama financiero, y aunque el concepto de banco de toda la vida parezca caduco, la esencia de la relación bancaria sigue siendo la confianza mutua.

Joan Valle. Responsable del área de privados de Deutsche Bank

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