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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las ventajas de recuperar el diálogo social

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, insiste en que el diálogo social es un pilar básico de su forma de gobernar. Lo cual es de agradecer, pues los acuerdos pactados siempre tienen más visos de implementarse con éxito. Por tanto, la reapertura de la negociación con los agentes sociales el viernes en una comida entre el presidente y los máximos dirigentes de CEOE, Cepyme y los dos sindicatos mayoritarios (CC OO y UGT) es un avance.

Zapatero solicitó a los comensales "sugerencias y aportaciones" para la Ley de Economía Sostenible, la norma con la que pretende establecer las bases de un modelo productivo más competitivo, centrado en actividades de mayor productividad, con trabajadores mejor formados y que genere un empleo más estable. Pero lo cierto es que sustituir el modelo productivo es una labor hercúlea que exige mucho más que una norma en el BOE. Precisa además un cambio de mentalidad de empresarios y trabajadores, sobre los que en último término recae la producción.

En este sentido, la participación de los agentes sociales en la elaboración de este nuevo modelo es imprescindible, por lo que no deben -ni pueden- quedarse fuera. Así pues, hay que congratularse por la iniciativa del presidente del Gobierno de contar con su colaboración. Tras esta primera reunión de alto nivel, seguirán otras más técnicas en las que empresarios y sindicatos expondrán detalles de su particular modelo productivo para la España del futuro. Después de todo, unos y otros tienen suficientes documentos como para aportar interesantes precisiones. En esos contactos se desvelará si el Gobierno está abierto al diálogo o por el contrario la intención de la reunión del viernes era sólo lanzar el mensaje mediático de que el diálogo social ha quedado restablecido.

Quizá, la mejor manera que tiene el Ejecutivo para despejar suspicacias y cicatrizar las heridas abiertas en julio sería mostrar una disposición a abrir el abanico de la negociación. Sin ninguna cortapisa, lo que implica que no tendría por qué quedarse fuera la reforma laboral a la que aspira la patronal. Además, un nuevo modelo productivo no se concibe sin un nuevo entramado laboral que favorezca el empleo estable y una mayor flexibilidad tanto en la organización interna de las empresas, como en la entrada y la salida del empleo.

Como también sería acertado que ese debate para el nuevo modelo productivo se ampliase al espectro político. La oferta de circunscribir esa negociación al Congreso no es una buena señal, pues en definitiva es un trámite obligatorio para todo proyecto legislativo. Lo que incita a pensar que no hay mucha voluntad de consensuar el modelo con la oposición. Mejor sería que el proyecto fuese avalado antes de convertirse en un texto articulado.

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