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A fondo

Madoff saca los colores al sistema

La crisis financiera de EE UU ha puesto de manifiesto que además de quedarse anclados en el pasado, muchos reguladores y supervisores han mirado para otro lado o se han quedado dormidos en sus puestos durante décadas. El miércoles se tuvo confirmación oficial, y muy detallada, de que la agencia encargada de vigilar el funcionamiento de los mercados, la SEC, no ha sido una excepción sino una grave confirmación de una tendencia y un lugar donde se ha cometido un desatino detrás de otro. Es un fallo crucial pues deja al sistema sin un elemento fundamental para que funcione: la seguridad de que hay transparencia y juego limpio.

Los fallos quedan expuestos en el informe de David Kotz, inspector general de la SEC, quien ha estado encargado de investigar por qué no se acorraló a Bernard Madoff y su fraudulenta maquinaria. Sólo el resumen del informe (que tiene 405 páginas y no es público), saca los colores a la SEC justo cuando 75 años después de su creación se debate su futuro indefinido.

Las 22 páginas hechas públicas esta semana bastan para hacerse una idea certera de los problemas de ineptitud, intimidación y, simplemente, pereza que han abundado en esta agencia desde, al menos, 1992 hasta 2008. Algún humorista con buena mano para el dibujo podría utilizarlo como guión de un cómic.

El regulador de EE UU indagó hasta seis veces las actividades del financiero delincuente

El relato de la cadena de chuscas chapuzas comienza hace 16 años. En junio de 1992, la SEC se puso tras la pista de un intermediario que invertía todo con Madoff. Se trataba de Avellino & Bienes y fueron sus propios clientes los que dieron la voz de alarma al sospechar de la exclusividad de la firma y las consistentes y altas rentabilidades en todo momento.

Un equipo inexperto de la SEC tomó el control de la investigación y terminó cerrando Avellino & Bienes. Pero no sólo pasaron de puntillas por el papel del que era en realidad el gestor de los fondos de la firma, Madoff, sino que además confiaron en el ahora condenado para obtener la información oficial sobre la actividad de sus cuentas. Si hubieran ido a la ventanilla adecuada, en vez de confiar en quien necesariamente tenía que haber sido un sospechoso, Madoff sería una historia muy lejana. Kotz explica en su informe que la reputación de Madoff "podría haber influido para que el equipo de investigadores no hiciera pesquisas en sus operaciones".

Años más tarde, el problema de la capacidad para entender las cosas seguía sin resolverse. En 2000, el inversor Harry Markopolos, fue a la oficina de Boston de la SEC a explicar que las piezas del negocio de Madoff no encajaban.

"Markopolos y el contable de la SEC han testificado que estaba claro que el asistente del administrador del distrito de la oficina no había entendido la información que tenía delante de sí". Kotz especula que ese debió ser la causa por la que no hubo investigación.

Hasta seis veces se indagaron las actividades de Madoff. En 2005 se estuvo, otra vez, a punto de descubrirle pero la SEC decidió no pedir los datos para completar una investigación "porque iba a llevar mucho tiempo desgranarlos". En mayo de 2006 Madoff hizo un testimonio ante la agencia lleno de inconsistencias y él mismo se sorprendió de que no le pillaran.

Lo grave del informe de Kotz es que el sistema de libre mercado sólo puede funciona si la información está disponible universalmente, hay transparencia, es creíble y hay confianza en las instituciones que se ocupan de que eso ocurra. En caso contrario es cuestión de tiempo que deje de responder y se venga a bajo.

La crisis financiera ha permitido ver los cimientos desgastados de los guardianes del sistema. La SEC, ha sufrido este terremoto también y además Madoff ha terminado de poner en la picota a la agencia. Su presidenta, Mary Schapiro, debate ahora el futuro de una SEC que va a tener que mostrar mucho propósito de enmienda para mantenerse relevante. Su tarea se verá complicada por el hecho de que va a necesitar más presupuesto para cubrir los agujeros, ahora revelados, con un personal con más nervio que el que dejó que Madoff hiciera de su capa un sayo cuando en realidad era el "Emperador desnudo".

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