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Columna
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Algo nuevo bajo el sol

Los votantes japoneses rechazaron con claridad el estímulo fiscal en las elecciones del domingo. Sacaron del poder a Taro Aso y las viejas políticas de su Partido Liberal, muy centradas en el gasto público en infraestructuras. El victorioso Partido Democrático de Yukio Hatoyama, que tiene mayoría absoluta en la cámara baja, ha prometido trasladar el 3% del PIB de las infraestructuras a la transferencia de rentas. Eso puede acelerar el crecimiento, pero el aumento de la deuda y del déficit son una amenaza.

La opción era sencilla. Aso, primer ministro en el cargo, había rechazado el libre mercado y el equilibrio presupuestario del reformista Junichiro Koizumi y sus dos sucesores, y giró hacia las políticas tradicionales del partido basadas en el gasto. La crisis reforzó su postura, y tras los estímulos, el déficit japonés se estimaba en el 8,9% del PIB en 2009. La cifra es menor que la del Reino Unido o EE UU, pero Japón tiene menos margen de maniobra, ya que se prevé que la deuda del gobierno llegue al 217% del PIB a finales de año.

Los votantes han rechazado la estrategia de Aso. Además de la contundente derrota de los liberales, el hijo de Koizumi se ha hecho con el escaño de su padre, y su sucesor Shinzo Abe mantendrá el suyo. Aso ha dejado la dirección del partido y su probable sucesor, el ministro de salud Yoichi Masuzoe, es un reformista.

El Partido Democrático ha prometido prohibir a los burócratas sénior aceptar puestos en grandes empresas y destinar más dinero a políticas sociales. También basará el desarrollo económico en la pequeña empresa y el mercado doméstico, en lugar de favorecer a los grandes exportadores. Este enfoque debería equilibrar la economía japonesa y mejorar el crecimiento. La amenaza del déficit y la deuda podría agravarse si se cede demasiado ante colectivos ecologistas o sindicatos del sector público.

Un rebote en la economía podría facilitar mucho la aritmética presupuestaria de Hatoyama. Tras casi dos décadas de coqueteo con la recesión, no es mucho pedir.

Por Martin Hutchinson

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