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Columna
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GM está jugando con fuego

La mejor idea que ha tenido hasta ahora General Motors sobre Opel es mantenerla en casa. La división europea de la montadora de coches se puso en venta a principios de año cuando el futuro del grupo estaba en entredicho. Pero desde entonces los cielos se han aclarado un poco: el Gobierno de EE UU rescató a la compañía de la bancarrota. Tras tres meses de negociaciones, GM no parece contenta con las condiciones de ninguno de los posibles compradores. Una de las razones es que quiere mantener fuertes lazos industriales y tecnológicos con Opel. Así que, ¿por qué no desandar el camino y quedarse con la división europea?

El único problema es que va a ser difícil convencer de ello a Alemania. El Gobierno de Merkel ha prometido apoyar a Opel -garantías financieras de 3.000 millones de euros-. También le extendió a la filial un crédito puente de 1.500 millones cuando GM inició conversaciones con la canadiense Magna International. Pero aún no han llegado a un acuerdo.

La oferta de Magna está financiada en gran parte por Sberbank, el mayor banco ruso -relacionado también con la automovilística Gaz-. GM no quiere transferirle tecnología a Rusia ni que se abra el escenario de una posible competición con Opel en el mercado ruso. Alemania, por su parte, prefiere a Magna porque asegura más empleos alemanes que el resto.

Sea cual sea el resultado de este embrollo, es difícil imaginar que GM le lleve la contraria a Berlín y al mismo tiempo conserve sus ayudas. De momento ya está molestando a Alemania al no haber finiquitado ya el asunto -Merkel se enfrenta a unas elecciones el 27 de septiembre-. Todo apunta a que en realidad todo es una jugada de GM para conseguir mejores condiciones de Magna. Pero puede que el grupo estadounidense esté jugando con fuego.

Por Pierre Briançon.

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