Alonso lleva la ilusión al circuito urbano de F1 de Valencia
La organización se contenta con alcanzar los 60.000 espectadores, la mitad de los del año pasado.
Fernando Alonso tendrá todas las miradas puestas en él durante este fin de semana. Es la gran estrella del Gran Premio de Europa, el hombre en el que los aficionados españoles tienen depositada su fe. Pero también es el amuleto al que se han encomendado los organizadores de la carrera. La crisis, un mundial extraño en su arranque que ahora empieza a cobrar interés y la sanción que le cayó a Renault en el pasado gran premio de Hungría pusieron al borde del abismo a Valmor Sports, empresa valenciana que organiza la carrera en el circuito urbano de Valencia.
El asturiano, consciente de su papel, voló el viernes por las calles de la zona portuaria de la capital del Turia. Marcó el mejor tiempo de las dos tandas de entrenamientos libres de la jornada. El puesto conseguido en los entrenamientos oficiales del sábado es fundamental porque los adelantamientos en el trazado urbano son casi una quimera.
El Gran Premio de Europa llega en un momento especial del campeonato. Tras el monopolístico arranque de Brawn, en las últimas carreras ya se han vislumbrado importantes avances en las escuderías llamadas a estar en la parte alta de la tabla. El parón veraniego, en todo caso, deparará a buen seguro alguna sorpresa y despejará algunas incógnitas: confirmar la evolución de Renault, los avances de McLaren-Mercedes y de Ferrari. También los Red Bull deberán demostrar que pueden aguantar el tirón de los grandes. Brawn, por su parte, tras unos grandes premios decepcionantes, parece haber mejorado su bólido, a tenor de los tiempos logrados en las sesiones libres. En todo caso, los entrenamientos de los viernes nunca son definitivos.
Llegado el fin de semana del gran premio toca hablar del aspecto competitivo, pero en los meses y semanas previas, la organización ha estado muy preocupada por el éxito del evento. Previendo una menor afluencia de público se recortó notablemente el aforo del circuito. Se han habilitado sólo 70.000 localidades, frente a las 120.000 del año pasado. Hace sólo un mes las ventas de entradas eran desalentadoras: sólo 30.000. El amago de Michael Schumacher de volver animó la cita, y en una semana se vendieron otras 10.000, pero el globo duró lo justo. Al final llegó un golpe de suerte en forma de resolución del Comité de Apelaciones de la FIA, que levantó la sanción a Renault, lo que permite lo que todos estaban esperando: Alonso correrá en Valencia.
Con este aliciente, en las últimas horas se ha animado un poco más la compra de entradas y la organización confía en llenar todas las localidades, lo que en todo caso será una cifra muy inferior a la del año pasado. "Habrá que pensar en cambiar la fecha de cara al año que viene", dijo Jorge Martínez Aspar, socio de Valmor. Y es que esa puede ser una de las claves para consolidar la cita de Valencia en el gran circo de la Fórmula 1. Con la ciudad en parte vacía por las vacaciones estivales y con el sol y la humedad provocando temperaturas que rozan los 40 grados, pensar en octubre para futuras ediciones podría animar a los aficionados.
"Habría que bajar el precio de las entradas", remachó el propio Fernando Alonso. Precisamente el precio de las localidades -no sólo en Valencia, en todos los circuitos son caras- es un tema de debate que llegó a aparecer en el amago que hicieron las escuderías de celebrar un campeonato paralelo. Las entradas más baratas, de entre 100 y 150 euros, sólo válidas para un día, se han agotado, no así los pases de tres días.
Pero precisamente la F1 vende una imagen de elitismo que cuesta a veces compaginar con un deporte masivo. En el caso de Valencia, además, hay una voluntad expresa de Bernie Ecclestone, patrón de la F1, de convertirla en una especie de Montecarlo. Sin embargo, las diferencias son prácticamente insalvables.
Con todo, la organización del Gran Premio de Europa se ha volcado este año en mejorar un evento que, en palabras del propio Ecclestone, no salió como se esperaba en su primera edición. Se han mejorado accesos y el entorno y se han eliminado gradas con escasa visibilidad.
Hay otro elemento que ha animado la presencia de yates en la dársena interior del puerto, que recae justo sobre la pista y que permite ver la carrera desde las embarcaciones. Si el año pasado quien quisiera tener esta posición privilegiada debía atracar el miércoles y no mover el barco en todo el fin de semana, este año se ha conseguido que cada tarde se abra el puente giratorio, por el que circulan los monoplazas, permitiendo así la entrada y salida de los yates. Se espera que esta zona, la más espectacular del circuito -es donde se celebró la Copa del América- acoja hasta 80 yates, frente a los 50 del año pasado. El precio del amarre oscila entre los 2.700 y los 50.400 euros, dependiendo de la eslora y la zona. Ese precio incluye entre 6 y 40 acreditaciones para la zona de paddock, dependiendo del tamaño de la embarcación. Son los vips, algunos muy conocidos, otros anónimos pero con una abultada cuenta corriente. De hecho, durante estos días en Valencia los principales patrocinadores tanto del mundial como de cada una de las escuderías celebran fiestas más o menos privadas, en las que la palabra crisis está desterrada.
Otra cosa distinta será el impacto económico de la carrera, imposible de calcular. La Generalitat Valenciana lo cifró el año pasado en unos 70 millones de euros, aunque esa cifra parece un tanto exagerada. Un hecho relevante, por ejemplo, es que los hoteles no están llenos. El viernes se podía conseguir habitación sin problemas por precios más que razonables. El año pasado los hoteleros no sólo llenaron sus establecimientos sino que impusieron precios y condiciones.
Con todos los inconvenientes y con todas las ventajas, lo cierto es que el domingo los aficionados que acudan al circuito urbano de Valencia (ojo con las altas temperaturas y la exposición a un sol de justicia) esperan un gran espectáculo. Alonso, Raikkonen, Hamilton, Button y Vettel son un buen repóquer de candidatos a la victoria. Pero el domingo también es el momento para comprobar otra cosa: que conducir un fórmula 1 no es sencillo. Luca Badoer (que sustituye a Massa), Romain Grosjean (que entra en Renault por Nelsinho Piquet) o el propio Jaime Alguersuari, pagarán sus pocas horas al volante.