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Tribuna
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Cambio climático: actos para un futuro mejor

Se ha dicho muchas veces a lo largo de los años que la juventud es nuestra esperanza. Sin embargo, en la carrera por asegurar los escasos recursos y proteger nuestro clima, el tiempo se ha acabado y no podemos esperar a que las generaciones futuras encuentren soluciones a los problemas actuales. A menos que encontremos soluciones sostenibles (y las pongamos en práctica) pronto, nuestros hijos no tendrán materias primas con las que calentar sus hogares o producir bienes; ahora más que nunca su futuro está en nuestras manos. Es una gran responsabilidad, pero también una oportunidad única para que esta generación de dirigentes sean los arquitectos del mañana.

Garantizar que tomamos las decisiones acertadas es una tarea compleja, entran en juego numerosos factores y no nos quedan muchas oportunidades para asegurarnos de que hacemos las cosas bien. El consenso científico nos dice que, de aquí a 2050, debemos reducir considerablemente las emisiones mundiales de carbono, si queremos evitar los peores efectos del cambio climático. Asimismo, es necesario que se produzca un cambio fundamental en nuestra sociedad. Tenemos que evolucionar hacia una «sociedad sostenible».

Sin embargo, existen motivos para ser optimistas. En Europa, ya hemos dado pasos importantes para cumplir nuestros ambiciosos objetivos de reducción de carbono y potencias mundiales como Estados Unidos y China han manifestado su intención de sumarse a este reto. Dentro de esta atmósfera de cambio, cabe esperar que la cumbre de Copenhague de diciembre dé a luz un nuevo acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto. Esperamos que la cumbre también ayude a dejar claro que la acción contra el cambio climático no es solo una necesidad para garantizar el desarrollo en el futuro, sino que resulta imprescindible para superar la actual crisis económica y financiera.

Mediante acciones concretas, no solo protegeremos el clima, el medio ambiente y ayudaremos a fortalecer nuestra economía, sino que también garantizaremos un futuro mejor y más justo para todos los ciudadanos.

La Unión Europea debe dar ejemplo. Para ello, ha fijado unos niveles de referencia para que los demás sigan el objetivo de reducir para 2020 las emisiones de carbono en un 20 % (y el 30 % en el marco de un acuerdo internacional). No podemos mostrar signos de flaqueza si queremos avanzar hacia dichos objetivos; pero es necesario emprender acciones comunes y con perspectivas de futuro.

Si bien es verdad, con políticas tan específicas se corre el riesgo de crear de manera inadvertida desequilibrios en otros ámbitos. Es importante que todas las partes interesadas trabajen duro y de forma coordinada para evitar que esas desigualdades ocurran. Por lo tanto, me complace participar en un proyecto de la Fundación Rey Balduino en cuyo marco se organizarán una serie de debates que reunirán a expertos en materia de política social y cambio climático. Las conclusiones extraídas del proyecto representarán una valiosa contribución para los responsables políticos europeos sobre el mejor modo de incluir cuestiones en la agenda social y los objetivos de reducción del cambio climático.

Aunque las políticas de reducción no tienen como finalidad abordar la desigualdad social, una buena gestión de esta cuestión puede ofrecer muchas oportunidades. Tiene la capacidad de crear nuevos empleos, infundir nuevo vigor a las economías y, en colaboración con otros ámbitos políticos, abrir el camino hacia un futuro mejor menos marcado por las desigualdades. Sin embargo, para conseguir beneficios a largo plazo se requiere una estrategia a corto plazo; todos debemos apoyar iniciativas como la de la Fundación Rey Balduino para poder tomar las decisiones correctas hoy.

Karl-Heinz Florenz. Diputado alemán al Parlamento Europeo del Partido Polpular Europeo y ponente sobre el cambio climático

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