Hacer reformas para poder hacer negocios
Las dos mayores economías europeas avistan ya la recuperación, mientras que España mantiene una fuerte contracción de la actividad que continuará hasta bien entrado 2010, según todas las previsiones, incluidas las del Gobierno. Aunque la euforia en el continente con los datos trimestrales de Francia y Alemania es exagerada, puesto que lo lógico es que se produzcan nuevas recaídas hasta que se consolide la recuperación, parece evidente que han empezado a tocar fondo, sobre todo por la reanimación de la demanda externa, que tiene un efecto inmediato sobre los dos países más manufactureros y exportadores del Viejo Continente. Por su naturaleza menos exportadora, España, dependiente de la demanda interna de inversión y de consumo, deberá esperar algunos trimestres más para engancharse al crecimiento.
Como el sol, la reactivación ha arrancado en oriente, en los países emergentes asiáticos, con unos mercados de factores más abiertos que los europeos. Los indicadores señalan a EE UU como segunda estación de la recuperación, también fruto de su libertad económica, pero en este caso por la asistencia fiscal tanto al sistema financiero como a la demanda privada. Europa, más madura, socialmente más proteccionista y con más resistencias en los mercados productivos, arrancará en una tercera fase. Y España, que ha acumulado excesos poderosos en endeudamiento y tiene mercados más rígidos, podría retrasarse más.
Las autoridades españolas han atendido la necesidad de la demanda privada con el mismo entusiasmo, si no más a juzgar por los números, que el resto del mundo. Lo han hecho incluso hasta acumular un desequilibrio fiscal desconocido, no inferior al 12% del PIB este año y el que viene, que habrá que frenar primero y financiar después. De hecho, el grueso de las medidas adoptadas por el Gobierno, desde el impulso electoral de los 400 euros de 2008 hasta el auxilio de los desempleados que agoten su prestación la semana pasada, son políticas de demanda que generan gasto público que se financia siempre con ahorro privado. Pero cuando la economía se haya estabilizado, cuando deje de ceder el crecimiento y de sangrar el empleo, España tiene que cambiar el tiro y apostar por políticas de oferta.
Tres prestigiosos informes internacionales analizan las reformas que precisa España para situarse en los estándares de sus competidores (Doing Business -del Banco Mundial-, el informe de competitividad del World Economic Forum y el de la Fundación Heritage). Y los tres llegan a parecidas conclusiones: es preciso abrir los mercados que conservan rigideces.
De todos esos mercados es el laboral el que suscita más críticas y más necesidad de retoques. En el informe del Banco Mundial sobre grado de facilidad para hacer negocios, mientras que España ocupa el lugar 49 de 181 países (el peor de la OCDE), ceñirse sólo a la libertad proporcionada por el mercado de trabajo supone ocupar el lugar 160 de los citados 181 países. Destaca que la indemnización media abonada con 20 años de antigüedad a un trabajador despedido quintuplica la media de la OCDE. Pero la reforma no debe girar en torno al coste del despido: la determinación de salarios (convenios paraguas, cláusulas de revisión, movilidad interna, etcétera), la formación o los niveles de protección por desempleo requieren tantas mejoras como aquél.
Unos niveles excesivos de burocracia son también una obsesión de los informes internacionales, especialmente los que tienen que ver con los pagos y comprobaciones fiscales, pero también los ligados a las aperturas y cierres de negocios. Además, en un país que sigue precisando de inversión extranjera, entre otras cosas por la escasez de ahorro privado para financiar su crecimiento y que se manifiesta en un déficit por cuenta corriente muy abultado, es preciso mejorar las garantías jurídicas para la inversión, aunque en esta materia haya dado España pasos bien dirigidos en los últimos años.
En el índice de reformas sigue apareciendo también la educación, convertida en España más en un pimpampum político que en mecanismo consensuado de mejora de las nuevas generaciones. Además, la energía, el mercado del agua o la distribución comercial, donde se concentran paradigmáticamente todos los vicios administrativos regionales, también deben estar en cualquier agenda reformadora.