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Tribuna
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Nuevo modelo en automoción

La gravedad de la situación actual en el sector automoción ha llevado a cuestionarse qué hemos hecho mal, pregunta difícil de contestar considerando que contamos con algunas de las plantas más productivas de Europa. La respuesta requiere reformular la pregunta anterior y reflexionar sobre todo lo que no se ha hecho o, peor si cabe, no se ha querido hacer.

La pasada bonanza económica ha llevado a gestionar el sector en términos de productividad y no de competitividad, olvidando que la segunda comprende siempre a la primera y no al contrario. Además, desde el ámbito de la gestión empresarial, la noción de productividad ha ido asociada a lo inmediato, al corto plazo, mientras que la competitividad va más ligada al desarrollo de exigentes planes a medio y largo plazo.

En su momento elegimos la opción más cómoda para la industria del motor en nuestro país, consistente en renunciar a ir en la cabeza tractora y conformarnos con un sitio en el remolque. La ausencia de matrices españolas con proyección internacional nos ha relegado a posiciones alejadas de los centros de decisión. Esto nos obliga a llevar a cabo órdenes que vienen impuestas desde fuera, y en estas circunstancias, el margen de maniobra queda reducido a la gestión del corto plazo, o como señalamos antes, en seguir demostrando que somos productivos en lugar de prepararnos para competir en el nuevo modelo de sector.

Llegados a este punto, debemos tener muy claro que el único camino a seguir será el que permita transformar nuestra productividad en competitividad. Sin embargo, la clave para garantizar el éxito, también requiere abandonar el agotado modelo de gestión actual. ¿Por qué está agotado dicho modelo? Sencillamente, porque el modelo de negocio sobre el que se basa el sector ha llegado al final de su ciclo de vida, forzado por la globalización de su mercado que ha cambiado el escenario, actores, reglas y público.

A medio plazo se sucederán cambios estructurales en toda la cadena de valor, destacando el cambio del rol desempeñado por todos los actores involucrados, menos nuclear y más descentralizado de la matriz, debido a que los fabricantes de vehículos van a centrar su atención en el diseño, la gestión de la marca y la relación con el cliente, dejando abiertos el resto de eslabones: investigación, fabricación de componentes, logística, montaje, comercialización y servicio posventa.

Se ha debatido mucho acerca de las medidas a tomar para competir en el nuevo modelo, pero esto requiere de un profundo análisis fuera del alcance de este artículo; en cambio, si se van a indicar dos líneas básicas de actuación, por la trascendencia que van a tener en la configuración del nuevo sector:

l Formación. No la prestamos la atención que demanda, pese a constituir la línea básica de acción más importante sobre la que se fundamenta la evolución del sector. Los errores cometidos aquí tendrán consecuencias irreversibles pues, quien no invierta en formación, no tendrá ninguna opción para competir en el nuevo escenario.

Para ser competitivo hay que abandonar el modelo de producción basado en la mano de obra intensiva y de baja cualificación por un modelo de economía basada en el conocimiento, lo cual, exige crear itinerarios formativos específicos a la nueva demanda del sector que doten de mayor flexibilidad funcional al trabajador.

l Investigación, desarrollo e innovación. La deslocalización de actividades de I+D+i fuera de Europa lleva asociado un elevado riesgo por la pérdida de identidad y posicionamiento del producto que ello supone para la matriz. En este contexto, España puede y debe asumir una posición de liderazgo, tomando conciencia de que la inversión en I+D+i constituye nuestra mayor ventaja competitiva; para hacerlo factible, contamos con un capital intelectual de primer nivel que tiene el mejor diferencial beneficio-coste de toda la UE.

Para terminar, una reflexión final. Obtener la máxima competitividad con nuestra I+D+i, implica pasar de un modelo de gestión enajenado en los resultados financieros y los costes de oportunidad, a otro más realista, que sea consciente de estar ante un negocio industrial, cuya gestión se centre en lograr resultados de explotación sostenidos. Además, hay que crear el valor que el accionista reclama al sector automoción y la mejor manera de proporcionárselo es con I+D+i.

José Manuel Octavio de Toledo. Catedrático de la EDI

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