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Tribuna
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Emociones

Joan Manuel Batista-Foguet, Richard boyatzis y Ricard Serlavós

El minuto diez estalló la alegría, pero aún faltaba mucho partido. No acabamos de creérnoslo. El Barça estaba desarbolando al todopoderoso Manchester en Roma. En el 70 fue Messi quien provocó que la emoción se desatara. Saltamos, nos abrazamos y gritamos. La alegría era inmensa dentro de cada uno, en nuestra casa, en el estadio, entre los jugadores, en las otras casas, y después en las calles. Pero, ¿por qué se produce el contagio emocional?

Veamos algunas de las razones. Por ejemplo: padres y medios de comunicación coadyuvan en la asignación de valor a símbolos y sucesos de nuestro propio club o del entorno asociándolos a las emociones.

Lo emocional reside en nuestro cerebro límbico. Anida bajo la corteza cerebral, que representa el cerebro racional. Tiene un tiempo de reacción meteórico y, a veces, le juega malas pasadas. Cuando la intensidad del estímulo sobre el circuito emocional es muy fuerte puede llegar a bloquear la capacidad de raciocinio. Es entonces cuando se produce el llamado secuestro emocional, que da lugar al "no me reconozco en estas imágenes".

La siguiente razón es que, cuando nos sentimos en la misma longitud de onda que otros, literalmente, sintonizamos nuestras emociones. En ese mismo instante, se produce una "resonancia límbica". La celebración nos expone más a los otros y hace que contagiemos a los de nuestro alrededor en un proceso que se retroalimenta.

Por otro lado, el proceso de resonancia límbica también se daría a través de nuestras "neuronas espejo", que, profundamente conectadas con el sistema límbico, parecen ser las responsables de la conducta imitativa. Por este motivo, la mera visión de las emociones percibidas en gestos y expresiones de otros provocaría en nosotros su imitación por reflejo.

También que la resonancia límbica se origina en los recuerdos de tantas otras victorias y alegrías compartidas, momentos que inundan nuestra consciencia después de fluir desde nuestro cerebro límbico. Se dice que el "fuego emocional" graba memorias indelebles.

Quinta, la alegría, la satisfacción, el orgullo de los "colores", provocan sentimientos positivos que hacen que nos sintamos en grupo, en comunidad, con una identidad común. A los miembros de un equipo no hace falta explicarles más.

Las emociones positivas estimulan la creatividad, elevan el humor y aumentan la eficiencia en el puesto de trabajo, mientras que las negativas dirigen y concentran la atención en los elementos de preocupación y fomentan la rutina.

Paradójicamente, algunos deberemos admitir que esta afición al fútbol, que etiquetábamos de alienante en tiempos pasados, va a resultar útil en estos nuevos tiempos que requieren creatividad.

Joan Manuel Batista-Foguet, Richard boyatzis y Ricard Serlavós. Profesores de Esade (URL)

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