Buena gestión para entornos delicados
Los resultados de la banca han experimentado un notable recorte en el primer semestre del año para hacer frente a nuevas provisiones por un temor fundado al incremento de los fallidos. La evolución pasada y la esperada de actividad económica proyecta una recesión prolongada, así como unos ritmos de crecimiento del producto más bien modestos, desde luego escasos para absorber la brutal pérdida de empleo de la crisis. Así las cosas, la provisión para insolvencias crediticias seguirá creciendo. Pero una lupa analítica sobre las cuentas de los bancos y las cajas revela un ejercicio profesional de buena gestión bancaria en el semestre para compensar un entorno recesivo en el que el volumen de crédito se ha estancado.
Desde la primera línea de la cuenta de resultados se aprecia un buen comportamiento del margen de intermediación pese al estancamiento, cuando no caída, del crédito, gracias a una pequeña mejora de los diferenciales entre tipos activos y coste de la financiación, y también pese a que buena parte de la cartera de préstamos está indizada a variables cuyo valor nominal la autoridad monetaria ha acercado a cero. Este afinamiento en los márgenes, junto con una política generalizada de control de los costes operativos (personal, oficinas, etc.) ha mejorado notablemente la tasa de eficiencia y ha limitado los efectos de las dotaciones por insolvencias y los deterioros admitidos en los valores de algunos activos, para minimizar el recorte del beneficio.
En los últimos días, sobre todo tras la publicación de las cuentas, las empresas financieras cotizadas han experimentado notables avances en los precios de sus acciones, como mejor indicador del reconocimiento del mercado de una gestión acertada, y que apuesta por mantener un modelo de explotación minorista que ha sido la base del éxito de la banca en España y de su internacionalización. Modelos en los que la banca de inversión era la piedra angular del negocio y en el que buena parte de los activos se excluían del balance han demostrado su fracaso; y otros mixtos, como el practicado en las grandes economías europeas, donde se han aplazado las soluciones a los problemas de los bancos, siguen sin convencer al mercado. Deutsche Bank es el mejor ejemplo, con un castigo en Bolsa de más del 10% pese a cosechar unos beneficios supuestamente excelentes.
La banca española incluso ha mejorado sus ratios de capital con provisiones, pequeñas ampliaciones, emisiones de preferentes o metiendo en la caja parte del beneficio que antes distribuían. Pero a juzgar por el escenario macroeconómico para los próximos años, toda recapitalización puede ser modesta. Por ello, la gestión interna del negocio debe ser complementada con una gestión institucional acertada que redefina el actual mapa bancario. La caja de herramientas está a su entera disposición.