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Política internacional

Sarah Palin: de su fracasada escalada a la Casa Blanca a ¿su final político?

Sarah Palin, la primera mujer gobernadora de Alaska y candidata vicepresidencial republicana, abandona hoy su puesto antes de la conclusión de su mandato, y encara, con pérdida de popularidad, un frío horizonte político.

La republicana Sarah Palin durante la campaña presidencial
La republicana Sarah Palin durante la campaña presidencialReuters

Palin transfiere hoy la autoridad al vice gobernador Sean Parnell y, según ella misma dijo, se lanza a la búsqueda de políticos que compartan sus ideas para un futuro mejor en el país. La Gobernadora abandona la mansión gubernamental en Juneau con muy poco cariño de sus correligionarios republicanos de Alaska.

"La incógnita no era si tiraría a Alaska por la borda, sino cuándo lo haría", dijo el representante republicano Jay Ramras de la Asamblea Legislativa estatal sobre la dimisión de Palin. "Violó toda decencia común, todo protocolo, y fue una muestra de falta de respeto".

Por su parte Larry Persily, ayudante del representante estatal republicano Mike Hawker, comentó que Palin "se las arregló para enemistarse con la mayoría de los 60 miembros de la Cámara de Representantes y el Senado" del Estado.

Hace menos de un año, Palin emergió como la figura impetuosa que inyectó vigor en la tambaleante campaña presidencial del senador de Arizona, John McCain. Hace apenas seis meses, Palin, de 45 años, se perfilaba como caudilla del sector más conservador del Partido Republicano.

Pero una encuesta de la cadena ABC de televisión y el diario The Washington Post divulgada esta semana mostró que los estadounidenses están ahora menos entusiasmados con Palin, y dudan de su capacidad como dirigente tanto como de su capacidad para comprender problemas complejos.

El 53 por ciento de los encuestados mostró una reacción negativa hacia Palin, y sólo el 40 por ciento dio una opinión positiva, el nivel más bajo para la desde hoy ex-gobernadora de Alaska desde que saltó al escenario nacional en 2008.

Los demócratas siempre han tenido una opinión entre mala y peor de Palin, de modo que no sorprende que más del 75 por ciento de los encuestados que se identificaron como demócratas expresara una reacción de rechazo hacia ella.

Lo penoso de esta encuesta es que el 40 por ciento de los encuestados que se identificaron como republicanos, cree que Palin no tiene temperamento para ser una dirigente ni habilidad para captar problemas complicados.

Es una pobre opinión de las capacidades intelectuales de Palin que comparte el 58 por ciento de los independientes, que en EEUU son la mayoría de los votantes.

El hecho de que Palin haya dimitido de su cargo cuando todavía faltan 18 meses para que se complete su primer mandato al frente de Alaska, deterioró aún más su imagen entre republicanos e independientes.

Entre las razones que Palin mencionó cuando anunció su renuncia se cuentan los 500.000 dólares acumulados en facturas de abogados que la han representado y defendido en numerosas querellas que han plagado su gestión gubernamental.

En su breve pasaje por el escenario político nacional, Palin fue ridiculizada por comediantes, criticada ferozmente por grupos y militantes ambientalistas, progresistas y liberales, y vio su vida personal convertida en comidilla pública, incluido el embarazo de su hija Bristol, adolescente y soltera.

Pero también fue elevada a la categoría de heroína por los segmentos más religiosos y conservadores del espectro político estadounidense, enamorados de su postura como madre, esposa, mujer emprendedora, defensora de la tenencia de armas de fuego y cómoda con un discurso campechano.

Durante los debates de la campaña electoral de 2008, Palin describió al entonces candidato demócrata Barack Obama como un individuo asociado con terroristas, y advirtió a los estadounidenses de la implantación de un régimen socialista si Obama llegaba a la Casa Blanca.

La derrota que sufrió en las elecciones de noviembre el Partido Republicano lo dejó fragmentado, con una dirección agostada y desconcertada, y en ese vacío el populismo derechista de Palin dio aliento a quienes la veían como futura candidata en 2012.

Ahora, dimisionaria en un país que no tiene mucho aprecio por quienes abandonan la brega a mitad de camino, Palin podría seguir una lucrativa carrera en los medios de comunicación -hay rumores de que tiene ofertas para un programa de televisión- o podría construir desde el llano político un movimiento que la devuelva al escenario nacional. Pero de momento, está por ver qué le deparará el futuro.

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