El colorido de Ibero Cruceros
Mario Martini trabaja rodeado de objetos que le recuerdan la base de su negocio.
Cierra los ojos y rememora los bellísimos colores y olores del amanecer y del atardecer en alta mar. Eso, asegura Mario Martini, presidente de Ibero Cruceros, le hace sentir el hombre más rico y poderoso del mundo. Nació en Camogli (Italia) hace 64 años y toda su vida ha estado vinculada al mar. De hecho, su padre era propietario de una empresa de pescado italiana. Desde 1969 trabaja para el grupo Costa, después de haberse formado en la Academia Naval de Italia, donde tenía previsto oficiarse como almirante de la flota italiana, pero una lesión en la pierna jugando al fútbol le apartó de su destino profesional, decidió marcharse con la marina mercante, "y allí descubrí un mundo fantástico".
Comenzó alternando cruceros con viajes de línea en Vigo. Después fue comisario de abordo. En alta mar conoció a la que fue su esposa y decidió que la vida que llevaba en un barco no era compatible con la familia. Fue en ese momento cuando en el grupo Costa le ofrecieron abrir negocio en Venezuela, donde permaneció hasta 1984, año en el que regresó a Italia como director comercial. "Fue una época apasionante porque coincidió con una crisis económica brutal, en la que tuvimos que echarle imaginación para sacar adelante el negocio". En 2008, el grupo Costa compró la totalidad de Ibero Cruceros a Orizonia y el presidente de la organización le pidió a Martini el desafío de presidir esta compañía. Después de seis meses de trabajo en España asegura que está consiguiendo resultados y que el producto y los servicios que comercializa la compañía son de una gran calidad y no demasiado discriminatorios, "ya que ofrecemos las mismas oportunidades a las pequeñas agencias que a las grandes distribuidoras".
Desde su puesto de máximo responsable de Ibero Cruceros, supervisa todos los detalles, desde la tripulación al consumo interno que hacen los pasajeros dentro del barco. Es otra fuente de ingresos, la venta en el barco. "Y para ello tenemos que esforzarnos en proporcionar a nuestros clientes una variada oferta de productos que les pueda interesar", matiza.
"Soy paranoico de la perfección. Nuestros barcos han de ser los más limpios y con el mejor servicio"
El despacho que ocupa Mario Martini, ubicado en uno de los nuevos barrios que se han creado en la zona Norte de Madrid, tiene unos amplios ventanales con vistas a unas pequeñas construcciones, cuyos tejados son de un azul que recuerda al mar. La estancia destaca por su vistoso colorido, en naranja y azul, los tonos corporativos de la organización, y por el orden, aunque asegura que no es ordenado. A pesar de ello, le gusta tenerlo todo controlado. Desde los papeles que tiene sobre la mesa a todo lo que acontece en un barco. "Soy paranoico de la perfección, quiero que nuestros barcos sean los más limpios y confortables, que la comida sea la mejor, que los profesionales sean excelentes". En Ibero Cruceros trabajan en la elaboración de un código ético para que cualquier miembro de la tripulación pueda tener acceso al presidente de la compañía para denunciar cualquier percance o situación. La crisis agudiza el ingenio y Mario Martini está echándole imaginación al negocio para mantener el nivel y que la compañía no se resienta.
Por ejemplo, Ibero Cruceros ha rebajado un poco el precio de los viajes, "pero no demasiado porque todos tenemos que seguir obteniendo resultados; los armadores tienen que tener ganancias para mantener el nivel de sus barcos y nosotros lo mismo". En este sentido, ha lanzado una iniciativa de compensación para los agentes de viajes y sus familiares, con el fin de que ocupen las plazas libres que haya en los barcos a dos semanas del embarque. Desde el comienzo de la temporada ya se han beneficiado de la propuesta unos 1.200 profesionales. "Es una manera de compensar la fidelidad de la gente que trabaja con nosotros. Además, la mejor forma de que recomienden nuestros programas es probándolos". Porque si algo le gusta a este ejecutivo es hacer feliz a la gente.
Un forofo del fútbol y de la vida
Como buen mediterráneo, Mario Martini es apasionado. De su trabajo, de su familia, de sus aficiones. Entre éstas se encuentra el fútbol, es un forofo del Génova, del que es socio y del que guarda un banderín como símbolo de su afición. También le gusta recoger setas y desde que tiene una casa de campo en Francia le encanta disfrutar de la vida al aire libre, "prefiero las actividades más campestres que mundanas y todo lo que conlleva la naturaleza y la jardinería". Confiesa que es buen cocinero y cuenta con algunas especialidades como la tarta de alcachofas y acelgas; el pescado tampoco tiene secretos para él. Como el mar, que tampoco encierra ningún misterio para este ejecutivo. Al lado de su mesa de trabajo guarda algún recuerdo relacionado con su actividad, como maquetas de varios barcos y de un tren creado por Alitalia como prototipo para trasladar a los turistas desde el aeropuerto Fiumicino Roma a Civitavecchia. "Todo esto se quedó en un proyecto y me guardé la maqueta como recuerdo". Martini es un entusiasta de la vida, no ha pensado en la retirada y sólo pretende disfrutar de cada instante de la vida. Asegura que le gustaría escribir una historia, que quiere transmitir a su hijo, a su sobrino, a la nieta que está a punto de nacer y a todos los jóvenes, sobre la importancia de saber apreciar las emociones bellas y las habilidades que hay que desarrollar para afrontar los momentos difíciles.