¿Por qué no se callan de una vez?
Ayer dos ex presidentes del Gobierno abrieron sus boquitas. José María Aznar arremetió contra el Gobierno asegurando que "premia con dinero que sale del bolsillo de las familias, las pymes y los autónomos, a banqueros y directivos de las cajas de ahorros que han demostrado ser, cuando menos, incompetentes". Felipe González tampoco se quedó callado y criticó la actitud de las comunidades autónomas que han anunciado que recurrirán el fondo de rescate para bancos y cajas de ahorros aprobado por el Gobierno que prevé un control por parte del Banco de España. ¿Pero no habían abandonado la política? No es que vaya a censurar a nadie ni a criticar que hagan uso de la libertad de expresión, pero no es la primera vez que políticos ya retirados de la primera línea se comportan como si nunca hubieran dejado de estarlo. Deberían, desde su privilegiado retiro, colaborar con el Estado y seguir prestando un servicio a los ciudadanos. Esto pasa por no criticar ni opinar tan a la ligera, sino por establecer lazos de cooperación con los actuales gobernantes.
Recuerdo a muy pocos directivos, intento hacer memoria y ahora mismo no encuentro nombres, que cuando abandonan, voluntaria o involuntariamente, su empresa critican de una manera tan descarada la labor del que les sucede. Tal vez una buena indemnización es la que ayuda a mantener la boca cerrada, pero creo que se trata más bien de una cuestión de estilo y de elegancia hacia la organización a la que se ha prestado el servicio, aunque la procesión vaya por dentro. La clase política deja mucho que desear en cuanto a elegancia y formas, y en cuanto ven un micrófono a tiro empiezan a largar. Cuánto deben aprender de ejecutivos y empresarios.