El reto de hablar inglés para graduarse con el Plan Bolonia
El nuevo título de grado exige otro idioma. El futuro espacio europeo de educación supone un esfuerzo mayor en España.
Ya no hay excusa para aplazar los estudios de inglés. Europa quiere formar estudiantes que salgan al extranjero, puedan acceder a un puesto de trabajo fuera y sepan desenvolverse sin problemas en un país diferente, lo que exige enseñanzas bilingües. Un reto que en el caso de España supondrá un esfuerzo adicional, dado el escaso desarrollo de las asignaturas de idiomas en el panorama educativo.
El plan Bolonia ha inquietado a tres de cada diez universitarios españoles. Se sienten amenazados por el sesgo mercantilista que han apreciado en la reforma educativa, pero el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) pone también el acento en la internacionalización. Los graduados del mañana deberán poder comunicarse sin problemas con sus vecinos europeos.
A partir del próximo curso 2009-2010 todo cambia. El objetivo de la reforma: promover la movilidad de estudiantes y profesionales por cualquier país europeo, a través de nuevos planes de estudio que incorporan enseñanzas bilingües y fomentan los periodos de formación en el extranjero. La internacionalización obligará al alumnado a acreditar un determinado nivel (B1 según el Marco Común Europeo de las Lenguas, un nivel intermedio) en un segundo idioma.
La pregunta es si los estudiantes españoles están preparados. "Muchos países están lejos de cumplir este requisito, no sólo España, Reino Unido también está muy atrás", declara Bernie Maguire, gerente de la prueba IELTS (Internacional English Language Testing System) del British Council. Por este centro de idiomas pasan muchos universitarios españoles al año. Lo que ven en el British Council son alumnos con altos conocimientos de gramática, pero reticentes al uso del inglés en situaciones reales.
La tendencia es que los estudiantes aprendan inglés por razones prácticas. Es el segundo idioma más hablado del mundo y tiene un peso indiscutible en el mundo de los negocios, precisa Bernie Maguire. A partir del curso 2011-2012, la prueba de acceso a la universidad obligará a los aspirantes a realizar una prueba oral de inglés o de otro idioma extranjero. Un paso más en la reforma del sistema educativo.
Inglés, francés o alemán, los alumnos deberán acreditar sus conocimientos, aunque no se sabe todavía de qué manera. Todo indica que los nuevos títulos universitarios exigirán requisitos similares a los esenciales para estudiar en las universidades británicas y norteamericanas, las pruebas IELTS y TOEFL (Test Of English as a Foreign Language), respectivamente.
Las universidades españolas van tomando nota. La de San Antonio de Murcia ha puesto en marcha durante el pasado año, junto con British Council, una escuela superior de idiomas para ofrecer clase durante todo el año a los alumnos que lo deseen. Las universidades de León y Zaragoza también ofrecen el examen del British Council como prueba de nivel en sus centros de idiomas. El IELTS se utiliza, además, en las becas de Caixanova para MBA, los másteres de Administración de Negocios en la Universidad Pompeu Fabra, el centro Ceade de Sevilla, Esade de Madrid y Barcelona, algunas carreras en la Alfonso X o la Universidad de Verano de San Pablo CEU.
La intención es ampliar la prueba a la universidad pública, pero de momento, y a pesar de la inminente puesta en marcha de la reforma, ninguna de ellas ha adoptado una prueba de nivel de idiomas oficial.
Es lo que anuncia Bolonia, profesionales formados, trabajando en cualquier país de Europa.
Alumnos con el idioma al día
Sin internacionalización no hay título de grado. En el nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) los universitarios deberán alcanzar las destrezas exigidas por un nivel B1 en una determinada lengua. Hasta ahora las universidades han ofrecido sus propias cualificaciones, pero se impone que la certificación sea oficial.El IELTS es una de ellas. Consta de cuatro pruebas, reading, writing, listening y speaking (lectura, escritura, oído y conversación). El examen tiene una vigencia de dos años, porque las "instituciones académicas y administraciones quieren que los alumnos tengan un inglés al día", explica Bernie Maguire. El número de candidatos al examen ha aumentado un 90% en los últimos tres años, hasta llegar a las más de 1.200.000 personas que accedieron a la prueba el pasado año.Pero hay más títulos. El TOEFL (Test Of English as a Foreign Language) es un examen de fluidez y conocimientos de inglés americano. Los centros de educación superior más prestigiosos piden que sus futuros alumnos hayan obtenido una calificación alta en esta prueba.Además, está el Proficiency (Certificate of Proficiency in English), el nivel más alto establecido por los exámenes de la Universidad de Cambridge. La posesión del título implica que el alumno es capaz de expresarse en inglés en prácticamente todos los contextos, y alcanzar un nivel equivalente al de un nativo. En Reino Unido, los profesores no nativos tienen que acreditar que poseen la certificación para dar clase en la universidad.Los mismos criterios son válidos para el resto de idiomas.