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Tribuna
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Ahorro en las redes de distribución

Actividades cotidianas como darse una ducha de 15 minutos o conducir un coche 7 kilómetros, emiten 1 kilo de CO2 a la atmósfera. Vivimos en una sociedad consumidora de energía que demanda insistentemente soluciones. La emisión de 100 millones de toneladas de C02 anuales en Europa podría evitarse si se aplicasen los estándares de máxima eficiencia en motores y transformadores de la red eléctrica. Esto equivale aproximadamente a un tercio del compromiso contraído por la UE en la cumbre de Kioto.

En este contexto, el cobre ha adquirido un papel relevante. Gracias a las propiedades de este metal, su excelente conductividad eléctrica y térmica, es posible conseguir una máxima eficiencia energética y ahorrar, así, energía tanto en su proceso de generación como en su transmisión y distribución.

En la Europa de los 27, el parque de transformadores de distribución es de 4,5 millones de unidades, con unas pérdidas de energía que alcanzan los 33,4 TWh anuales, el equivalente del consumo de 13 millones de hogares. Hasta el año 2025, la UE tiene la oportunidad de ahorrar 12 TWh de electricidad por año y reducir las emisiones de CO2 en 6 millones de toneladas anuales mediante la renovación del parque con transformadores de alta eficiencia.

En nuestro país, estas pérdidas representan 1,65 TWh anuales (el consumo aproximado de una ciudad de un millón de habitantes), de los cuales se podrían ahorrar 0,65 TWh anuales, lo que equivaldría a una reducción de 250.000 toneladas de CO2 emitido por año.

Dicho ahorro se puede lograr de un modo sencillo y paulatino, sin sustituir masivamente todos los transformadores en uso, sino solamente aquellos que toca renovar durante el periodo 2010-2025.

Invertir en un transformador de alto rendimiento es muy rentable. Pese a que el coste inicial es un 10% superior al de los transformadores convencionales, la sobreinversión se recupera en menos de 10 años. Dada su larga vida útil (40 años), el balance económico final es claramente favorable.

Si bien el Plan Nacional de Ahorro y Eficiencia Energética recoge siete sectores para la implementación de sus medidas, la actividad de distribución de energía eléctrica queda fuera de su ámbito, al ser ésta una actividad regulada dependiente de la Comisión Nacional de la Energía. Conviene por tanto que las pautas de eficiencia energética sean incorporadas en la política regulatoria de las actividades de transporte y distribución eléctrica.

En España, el Real Decreto 222/2008 de 15 de febrero establece en cuatro años el periodo de revisión para la actividad de distribución, incluyendo las pérdidas. Sin embargo, un horizonte de cuatro años es insuficiente para dar la señal de largo plazo necesaria a la hora de decidir el tipo de equipo en el que invertir. Dicho plazo debería ampliarse a 12 años (la duración de vida de estos equipos es de 40 años).

Tras la correcta amortización del sobrecoste, el beneficio generado por el ahorro energético inducido debería repartirse entre la compañía distribuidora y el consumidor eléctrico (el cálculo de la tarifa de acceso a la red debería considerar el menor nivel de pérdidas).

José ramón morales. Director de Cedic (Centro Español de Información del Cobre)

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