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Los vicios que esconde la encuesta de costes laborales

Los costes laborales siguen subiendo a un ritmo del 3,9%, y los salariales a una tasa del 2,8%, como si en España no hubiese crisis, como si se generase empleo a mansalva. Lógicamente, buena parte de la subida de los costes encubre los pagos por indemnizaciones por despido, que se han disparado un 33% sobre lo consumido por las empresas en tal concepto hace un año. Pero la encuesta ofrece una información engañosa y distorsionada sobre la verdadera evolución de los salarios en el sector más dinámico de la economía, los servicios: incorpora la subida de los sueldos de los tres millones de funcionarios del país, que han recibido alzas medias del 3% este año como si visiesen en la Luna, en vez de cobrar de los impuestos de una ciudadanía que pierde empleo a tasas superiores al 6%.

Sigue llamando poderosamente la atención que en un país cuya actividad económica se está desplomando a tasas cercanas al 4% interanual (o 7,6% en tasa intertrimestral anualizada) los salarios de quienes conservan el empleo avancen al ritmo que lo hacen. La negativa sistemática de los sindicatos a reflexionar sobre qué está pasando en el país y qué hay que hacer para superarlo, provoca que los salarios y los costes laborales asociados a ellos suben casi un 4%, a consta de fortísimas destrucciones de empleo en todos los sectores. Desde que en el verano de 2007 estallara la crisis financiera, han hecho oídos sordos a los llamamientos para estabilizar la economía con un pacto de rentas que congelase tanto los salarios como los precios y los márgenes empresariales, para recomponer la competitividad perdida en los diez años de vida compartida en el euro. El coste de tal sordera no es otra cosa que los 4,01 millones de parados que había en marzo, y que se acercarán peligrosamente a los 4,5 millones este mismo mes, tal como constatará la Encuesta de Población Activa a finales de julio.

Pero esto es lo que los sindicatos, y a la postre todos los agentes patronales y el Gobierno, han querido para los españoles en esta crisis, y esta vez si vale la desafortunada expresión de Leire Pajín, de dimensiones planetarias. Por ello, los salarios siguen creciendo un 2,8% en tasa interanual pese a que la inflación está por debajo de la línea de tierra, con una contribución estelar de los sueldos de los tres millones de funcionarios a los que se ha convertido en los auténticos protegidos de esta crisis. La incorporación por vez primera de la función pública a la encuesta del coste laboral sólo contribuye a distorsionar la realidad y a ocultar cuánto suben de verdad los costes en el sector de los servicios.

Lógicamente, una buena parte de la subida del coste laboral es imputable a los costes de los despidos, que han avanzado un 32,9% en los últimos doce meses, con presencia muy poderosa en la construcción y la industria, allí donde se ha concentrado el ajuste del empleo. Un vistazo al reparto territorializado de la subida de costes revala también que Castilla La Mancha, la región más castigada por la crisis erconómica por la fuerte concentración de construcción residencial y manufacturas auxiliares (muebles, puertes, etc.), es la que recoge una subida más elevada de los costes por la presencia poderosa de los despidos. La subida del capítulo de "otros costes", entre los que se engloban las rescisiones de contratos, es del 10%, si bien es cierto que Baleares supera tal avance relativo.

La encuesta publicada por el INE revela también el reparto de la jornada de trabajo, que se ha instalado ya, contabilizando a los funcionarios, en 35,5 horas semanales. Pero lo llamativo es el tiempo de trabajo que se pierde, que no es ni más ni menos que 3,9 horas a la semana, un 10%, nada menos, para que la jornada efectiva se quede en 31,8 horas. Pero más llamativo es aún el reparto de las horas perdidas en el trabajo. Una de cada tres que se pierden es por incapacidad temporal (excluída la maternidad), más que por vacaciones, teniendo en cuenta que en el primer trimestre había al menos una semana de vacacioes de Navidad para buena parte de los asalariados. Además, se pierde un 40,9% del tiempo no trabajado en fiestas.

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