España y Airbus, la herida sigue abierta
Las relaciones entre España y el consorcio aeroespacial EADS siguen sin estar engrasadas. El enfrentamiento del Gobierno español con los responsables franceses y alemanes del grupo después de que éstos forzaran la salida de Carlos Suárez, el máximo ejecutivo español en la compañía, todavía sigue vivo, pese a los intentos por ambas partes de no airear en exceso sus diferencias.
Esta misma semana se ha producido un nuevo desencuentro bastante significativo. El lunes, coincidiendo con la inauguración de la Feria Aeronáutica de Le Bourget (París), el evento anual más importante del sector, representantes gubernamentales de tres de los países socios de Airbus (Francia, Alemania y Reino Unido) se reunieron con responsables de la filial aeronáutica de EADS para negociar cómo se financiará el A-350, el nuevo avión de largo alcance con el que el fabricante europeo pretende plantar cara al 787 de Boeing. España tenía que haber estado presente en ese encuentro. Sin embargo, la silla del representante español quedó vacía. Ni el ministro Miguel Sebastián ni la secretaria general de Industria, Teresa Santero, acudieron a la capital francesa.
Oficialmente, la ausencia se produjo por un problema de agenda de Santero. Sin embargo, desde el sector se apunta a que lo que hay detrás es un malestar patente del Ejecutivo con los responsables de EADS y Airbus. Fuentes conocedoras de la situación advierten de que, en el tema de la financiación del A-350, Airbus está dando por hecho algunos elementos que todavía no están pactados con España.
Flecos pendientes
En septiembre del año pasado, los países socios del fabricante aeronáutico acordaron financiar mediante créditos reembolsables el nuevo avión, cuyo desarrollo tendrá unos costes no recurrentes de 11.000 millones de euros. El lunes, franceses, alemanes y británicos decidieron que los socios aportarán 3.300 millones al proyecto. España, sin embargo, no tiene tan claro cómo debe acometerse este asunto y no da por definidos los detalles del pacto (cantidades que aportará cada país, tipo de interés de los préstamos, plazos de devolución). En este asunto, Airbus necesita la unanimidad de los cuatro países. No sólo para sacar adelante al A-350 sino, también, por tratarse de un tema sumamente delicado que Boeing sigue al detalle. Ayer, el grupo estadounidense exigió a su rival europeo que financie sus proyectos "con criterios comerciales y recursos propios", sin recurrir a unas ayudas estatales que, a su juicio, violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). De hecho, la OMC debe pronunciarse en las próximas semanas sobre las denuncias que han cruzado las dos empresas desde 2004 por este tipo de prácticas.
Que el Ejecutivo sigue molesto con la cúpula de EADS y Airbus es algo que ha tenido que reconocer, implícitamente, el nuevo dirigente español del grupo, Domingo Ureña. El mismo lunes, en un encuentro con periodistas españoles, admitió que tanto la empresa como el Gobierno de Rodríguez Zapatero tienen sus propias "ambiciones", lo que provoca discusiones relacionadas con la integración en Airbus de la antigua división de transporte militar EADS-MTAD bajo responsabilidad española. "Hay puntos y flecos que seguimos discutiendo al respecto, pero para mí no son relevantes. Dejemos de hablar del pasado, ese tema está superado", afirmó tajante Ureña.
Pero la realidad es tozuda. Y ni la empresa ni el Gobierno han firmado aún el acuerdo de integración en Airbus planteado hace meses para tratar de evitar que España pierda influencia y capacidades de trabajo en el grupo aeroespacial. A ello tampoco ayuda la decisión de la empresa de buscar una "alternativa" al centro de aeroestructuras que tiene en el Puerto de Santa María (Cádiz) que podría pasar por la salida del perímetro de EADS.