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Tribuna
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La nueva identidad de las Cámaras

Las Cámaras españolas de Comercio en América están cobrando una nueva identidad. Sus cimientos están plagados de esfuerzos para el fomento del intercambio comercial. Su desarrollo es un modelo de adaptación a la internacionalización de las inversiones. Y su presente y proyección vienen de la mano del ejercicio y la integración empresariales.

Muchas de las Cámaras españolas de Comercio en América vieron la luz en el siglo XIX, como en Argentina y Perú, y todas cumplieron un propósito común: el incremento comercial en las mejores condiciones posibles. Era la exigencia de los tiempos. Así trabajamos durante décadas sobre las tarifas, las tasas, las barreras paraarancelarias y las normas fitosanitarias, para que el comercio fluyera de la forma más ágil, sencilla y creciente, favoreciendo la buena relación entre los pueblos.

A principios de los años noventa, irrumpió en el escenario la internacionalización de la empresa española y la radicación de sus inversiones en América. El proceso se ha revelado permanente, creciente y sustentable, hasta el punto que la inversión española directa bruta acumula 200.826 millones de euros en el continente desde 1993.

La emprendedora internacionalización de las empresas tomó a las Cámaras por sorpresa, que afrontaron importantes desafíos que precisaban respuesta. Mutaron a una identidad más rica y compleja como cámaras empresariales. Hoy alientan, representan y preservan la inversión y radicación de las empresas ibéricas. Su ámbito de actuación se ha extendido a todos los aspectos de la vida empresarial, a tono con la realidad de nuestras compañías asociadas. Sin olvidar las cuestiones del comercio internacional, estamos ahora tan interesados y ocupados como cualquier asociación empresaria local en propiciar los mejores sistemas, normativas y alicientes para la vida empresarial. Trabajamos, también, por la evolución armónica y sustentable de la sociedad donde estamos radicados, que es la mejor garantía para que las empresas puedan desarrollarse en un marco de previsibilidad, respeto y eficiencia. Las cámaras de comercio son hoy, en fin, portavoces y representantes de la inversión española en estas latitudes, construyendo vínculos con la sociedad y las empresas locales.

Esta nueva identidad arraigó sin que el apremio de las circunstancias mermara la visión estratégica y racional de nuestra actuación. Para reflexionar sobre este proceso y sobre el ejercicio prudente y efectivo de nuestra labor, así como para fijarnos nuevas metas, las 24 instituciones integradas en la Federación de Cámaras Españolas de Comercio en América (Fececa), nos hemos reunido este mes en Buenos Aires.

Bajo el lema El rol de las Cámaras en el siglo XXI, hemos abordado nuestro papel en el continente, la responsabilidad social corporativa y el arbitraje, y potenciado nuestro concepto de cámaras empresariales modernas, comprometidas con las compañías que representamos y con las sociedades a las que pertenecemos.

La relevancia del congreso queda explícita por haberse desarrollado bajo la tutela del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, representado por su director general de Comercio e Inversiones, Antonio Sánchez Bustamante. Contamos, también, con distinguidos ponentes, como el secretario general Iberoamericano, Enrique Iglesias, y el presidente del Consejo Superior de Cámaras, Javier Gómez Navarro.

Las Cámaras de Comercio han vivido un aprendizaje constante y afianzaremos nuestra nueva identidad. Somos conscientes del desafío que implica fijar alineamientos comunes ante la diversidad americana, pero nos alienta el apoyo gubernamental español y el respaldo de las empresas. Juntos buscaremos el consenso, con la consigna de que entre todos podemos ser mejores.

Guilemo Ambrogi. Presidente de la Federación de Cámaras Españolas de Comercio de América (Fececa) y la Cámara Española de Comercio de la República Argentina (Cecra)

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