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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Algo más que la crisis en el sector aéreo

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que agrupa 200 compañías de todo el mundo, anunció ayer que este año el sector podría perder 6.500 millones de euros. El doble de las previsiones de tres meses atrás. La fuerte caída de la demanda, que calculan en un 8% respecto a 2008, y el aumento en las últimas semanas del precio del carburante, que vuelve a colocarse en los 70 dólares por barril de Brent, pueden provocar un descenso de los ingresos de unos 80.000 millones de euros, un 15%, en el presente 2009.

El transporte aéreo es una actividad muy apegada a los vaivenes del ciclo, lo que explica parcialmente su bache, paralelo a la recesión mundial. La caída de ingresos se produce por la disminución de pasajeros y la guerra de precios que se deriva entre compañías para atraer clientes, con el consiguiente recorte de los márgenes. En este sentido, el agravamiento en el precio del combustible, que se lleva entre el 25% y el 30% de los costes, va a ser una dura prueba de supervivencia.

Sin embargo, las crisis -y la actual, por profunda que sea, no es una excepción- tienen la capacidad de sacar a la luz las ineficiencias de empresas y negocios. Y esta recesión ha cogido al sector en un profundo proceso de transformación, empujada por la aparición de una competencia profundamente agresiva. Por un lado, la proliferación de compañías de bajo coste ha provocado una hecatombe en los precios que ha mermado los ingresos y ha exigido una forma de relacionarse con el pasaje que muchas compañías tradicionales todavía no han sabido digerir. Pero también debe hacer frente al aumento de líneas de tren de alta velocidad que, en trayectos de hasta 600/700 kilómetros, ofrecen condiciones imbatibles en comodidad y tiempo.

El presidente de la IATA, Giovanni Bisignani, declaró ayer en Kuala Lumpur (Malasia), donde la asociación celebra su asamblea anual, que el futuro del sector depende de una drástica remodelación. Se refería sobre todo a la necesidad de cambios administrativos, pues apuntó que las aerolíneas no pueden afrontar los costes de la excesiva regulación gubernamental o los impuestos y tasas. Sería deseable que los organismos internacionales, pero también los nacionales, revisen sus políticas para facilitar la actividad aérea. Se trata de un sector estratégico a nivel mundial del que dependen otras muchas actividades y el desarrollo de zonas del planeta deprimidas.

Pero la remodelación también debe ser interna. Los clientes se han acostumbrado a precios difíciles de subir, por lo que es imprescindible que las compañías, sin reducir la seguridad, ajusten costes y aumenten la eficiencia para conseguir vuelos llenos y rentables. Eso pasa por fusiones entre empresas, un proceso en marcha desde hace años, pero que deberá acelerarse para cuando la crisis remita y los clientes quieran volver a viajar.

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