Las empresas necesitan a Pep
Con razón los jugadores del Barcelona, cuando saltaron sobre el césped el pasado miércoles, parecían poseídos por una fuerza sobrehumana. Porque no eran futbolistas al uso, habían saltado al campo auténticos gladiadores dispuestos a librar una cruenta batalla, como si en vez de estar en el estadio Olímpico de Roma pisaran la arena del Coliseo. Saltaron como fieras, sin tener un poco de compasión y piedad con el pobre Cristiano Ronaldo y demás troupe del Manchester United. Es tremendo saber que Xavi, Pujol, Iniesta, Eto'o y Messi no vestían la camiseta blaugrana, sino que se cubrían con panoplias, con corazas de arriba abajo. Lo que muy pocos sabían, el viernes nos enteramos por la prensa, era que el míster había preferido calentar a sus jugadores de una manera diferente y les había adoctrinado para que salieran al campo a comerse al adversario, como auténticos luchadores.
Siete minutos, los que duró el vídeo con imágenes de la película Gladiator trufadas con escenas de los logros de los jugadores y como traca final el Nessun dorma, aria final de la ópera Turandot, de Puccini, (ojalá fuera la espectacular interpretación de Pavarotti), fueron suficientes para que Pep Guardiola consiguiera su objetivo: emocionar y motivar de una manera visual a sus chicos. Los que allí estaban dicen que algunos lloraron y que otros gritaban de euforia, nadie quedó indiferente. Hay que reconocer que es una manera, a la vista de los resultados, bastante original y efectiva de estimular al equipo. Salvando las distancias y sin la emotividad de Puccini, me recuerda al capitán Furillo (me gustaba tanto este hombre que le puse a mi coche su nombre) en Canción triste de Hill Street, cuando todas las mañanas aleccionaba a sus muchachos con dureza para acabar con un paternalista: "Tengan cuidado, ahí afuera".
Hasta ahora me había negado a caer en la tentación de hablar de Guardiola, pero es imposible. Todos los días hay una nueva entrega de las hazañas de este gran entrenador, que ha conseguido elevar a la cumbre al Barcelona y alcanzar en sólo un año el triplete. Esta gesta será difícil que se repita, o tal vez sí, porque al Real Madrid todavía le queda un tiempo en barbecho, y Guardiola deberá seguir echando mano de videoteca. El ejemplo de Guardiola y su Gladiator puede ser seguido por ejecutivos que quieran motivar a sus profesionales. Es más barato que una mariscada.