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El juego de los incentivos y el modelo productivo

Cambiar el modelo productivo español se ha convertido en una obsesión para el Gobierno. Si hasta ahora la oferta y la demanda se han movido arrastrados por los incentivos económicos, porqué no en adelante. Hacer política consiste en colocar cebos atractivos para que los inversores y consumidores se conviertan en votantes agradecidos. Por eso el Gobierno quiere cambiar unos incentivos por otros. Pero lo lógico es dejar que los agentes del mercado se muevan con libertad y determinen qué debe producir este país y qué debe consumir. Es más barato, más libre y más sano. Sólo la educación debe ser incentivada fiscalmente, por que en la preparación del capital humano está el futuro.

El Ejecutivo considera que los mecanismos de crecimiento han fracasado en España, cuando únicamente están en parte agotados. La construcción residencial ha producido bienes en exceso y tendrá que esperar varios años a que sean absorbidos por el mercado; pero considerar que ha fracasado una actividad que ha proporcionado infinidad de recursos reinvertidos en otros sectores, es, cuanto menos, erróneo. ¿De dónde han salido los recursos para la internacionalización de buena parte de las empresas españolas, especialmente las concesionarias? En todo caso, el modelo de construcción residencial ha respondido a una demanda de la población, aunque determinada en muchos casos por los incentivos públicos: auxilios fiscales y financiación atractiva.

El Gobierno pretende reconducir el modelo con el juego de los incentivos: quitar el de vivienda, pero expandir el de la energía renovable hasta alcanzar las dimensiones de una nueva burbuja, como apuntan ya los expertos. ¿Ha existido una verdadera reflexión sobre el modelo energético como para poner en el mercado tanta capacidad productiva, aunque insegura, en generadores fotovoltáicos o eólicos? ¿Alguien se ha parado a pensar que es más costoso este modelo impuesto por el presidente Zapatero, aunque iniciado por el Gobierno del Partido Popular, que un nuevo programa nuclear?. ¿Alguien ha hecho las cuentas de si cuesta más o menos la moratoria nuclear decidida en 1983 que poner en marcha un programa de generación nuclear como el sobradamente autosuciciente francés?

Qué hagamos en España en el futuro lo determinará el mercado, que dispone de actores muy sabios que conocen lo que necesitan, aunque no dispongan de un presciptor fiscal como en el pasado. Los incentivos condicionan las decisioones, y en algunos proyectos absorben ingentes cantidades de recursos, además de dañar el medio ambiente. La inversión en vivienda ha hipotecado a las familias españolas para muchos años, y detraerá importantes cantidades al consumo prvado, tal como ya se está reflejando en la Contabilidad Nacional. Pero el papel de las primas a la energía renovable no resultará mejor, puesto que impide un debate serio sobre el futuro energético, y, lo que es más grave, no garantiza el suministro. (Qué daña más el medio ambiente es poco más que una anécdota; pero hay colectivos que consideran que llenar las lomas del paisaje de espejos y hélices es tan bochornoso como abotargar las costas de ladrillos).

Los únicos incentivos que el Gobierno debe poner en marcha son aquellos que movilicen la educación y formación de las generaciones venideras. ¿Alguien ha visto estos días, haciendo la declaración de la renta, alguna casilla donde haya que consignar la inversión en formación de sus hijos para acceder a la deducción?. ¿Alguien ha podido deducir los gastos en idiomas aquí o en el extranjero?. No la busquen. No existe. Ni progresiva, ni universal ni discriminatoria como le gusta al Gobierno de Zapatero. No las hay. Y debería haberlas, porque sería la única garantía de que el modelo educativo mejorase, aunque fuese utilizando servicios ajenos al sistema educativo público y privado concertado.

Sólo los países que invierten más en el futuro (jóvenes) que en el pasado (jubilados), tienen porvenir. No lo digo yo: lo decía Giddens. El sistema de subveniones fiscales tiene que voltearse como un calcetín. En caso contrario, gastaremos dinero sólo para generar burbujas.

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