Cómo hacer la reconversión de la banca
En los diez últimos años, el crédito concedido por la banca al sector privado residente ha pasado de representar el 80% del PIB a suponer más del 200%. Como consecuencia de un crecimiento acelerado durante más de catorce años, el sistema financiero ha ampliado su negocio recurriendo a la financiación en fuentes no tradicionales y a una expansión excesiva de su red de oficinas. Ahora, con el desapalancamiento natural de empresas y familias para equilibrar las cuentas privadas y restablecer el sentido común de las exteriores de España, la banca tiene que reducir su capacidad instalada.
Aunque buena parte de la expansión del sistema financiero se ha hecho a base de consolidaciones más allá de las fronteras del euro, son precisamente las grandes instituciones las que tienen más equilibradas sus cuentas, más reforzada su solvencia y más garantizado su futuro. Las dificultades se concentran en las entidades de mediano y pequeño tamaño con negocio doméstico en exclusiva y con expansión desmedida en el crédito hipotecario a particulares y promotores. La necesidad de liquidez en el medio plazo está garantizada tras los medios puestos por el Gobierno a disposición de bancos y cajas; pero un deterioro como el esperado para la economía en los próximos trimestres pone en situación de inevitable estrés a un buen número de entidades. Por ello, el Gobierno ha abierto un proceso de reconversión del mapa financiero que reduzca su balance agregado, recorte el número de oficinas, contraiga el número de firmas y refuerce la solvencia general del sistema para que vuelva a poner en contacto ahorro e inversión sin las reservas que hoy le atenazan.
El primer paso, no del todo concluido, es la intervención de Caja Castilla-La Mancha, cuyo futuro pasa por una liquidación y venta ordenada de activos o por la venta de toda la institución, tras sanearla, a otra entidad. Pero aún falta todo el proceso de fusiones entre entidades, especialmente entre las cajas, para que el avance esperado de la morosidad no lleve a ninguna más a los brazos del Banco de España. Los primeros pasos se han iniciado para crear en casi todas las regiones cajas más fuertes con la fusión de las entidades existentes ahora. Pero al final del proceso las cajas no deben ser catalanas, gallegas o andaluzas, sino solventes, eficientes y de gestión transparente y examinada por el mercado para ser útiles a la economía.
Pero si el Banco de España quiere conducir el proceso debe rescatar la última palabra en materia de consolidación, y debe recuperar también poderes ahora en manos de la comunidades para restar poder a los políticos en los consejos de las entidades, que, con honrosas excepciones, sólo han dificultado una gestión profesional para la que sus gestores están plenamente capacitados. Sin embargo, tiene que procurar que no haya consumo de recursos públicos. Las fusiones y absorciones parecen la fórmula más indicada para gastar sólo recursos del propio sistema.