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Tribuna
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Cambios estructurales

Con el fin de paliar las consecuencias de la crisis financiera, el Gobierno ha emprendido acciones en tres líneas: dotando de liquidez a las instituciones financieras a través de la compra de activos de buena calidad; avalando titulizaciones y otras emisiones de deuda, y poniendo en marcha una moratoria del pago de las hipotecas para los ciudadanos en desempleo.

En los tres casos se trata de medidas que pueden contribuir a aliviar la situación personal de algunas familias y la necesidad de provisionamiento de los bancos, pero que por sí solas no tienen capacidad suficiente para enfrentar los graves problemas a los que nos enfrentamos. Por ejemplo, la moratoria hipotecaria tiene importantes limitaciones, ya que sólo financia hasta 12.000 euros y se aplica exclusivamente a créditos hipotecarios inferiores a 170.000, cifras que limitan considerablemente el número de ciudadanos que podrán beneficiarse.

La realidad es que son medidas coyunturales que pueden ser útiles para enmendar errores del pasado, pero no son suficientes ni para evitar los posibles problemas del futuro ni para garantizar el acceso a la vivienda, una demanda que continuará latente. Parece, por tanto, necesario aplicar reformas de carácter estructural similares a las que en su momento adoptó Canadá.

A principios de los cincuenta, los canadienses tenían muchas dificultades para acceder a la vivienda a causa de las estrictas condiciones impuestas por las entidades financieras. Estas dificultades de acceso al crédito suponían, además, un lastre para el mercado inmobiliario y para la economía.

Frente a esta situación, las autoridades decidieron aplicar un modelo hipotecario público-privado que no sólo solucionara la cuestión coyuntural del momento, sino que garantizara la estabilidad futura del mercado y bajos ratios de morosidad. La solución se basó en tres acciones concretas:

l La obligatoriedad del seguro de crédito hipotecario para aquellos créditos de alto loan to value, es decir, aquellos que están por encima del 80% del valor de tasación.

l La creación de unos criterios prudentes y homogéneos de concesión de préstamos hipotecarios, aplicables por igual a todas las entidades financieras y supervisado por el Canada Mortgage and Housing Corporation.

l La creación del Canada Housing Trust, cuya función es garantizar la titulización de los bonos de todas las entidades amparándose en la fortaleza del rating del Estado. De esta forma se consigue un acceso al crédito sin interrupciones, la competencia justa entre entidades y el acceso a la vivienda de los ciudadanos.

El conjunto de estas acciones ha hecho que hoy Canadá sea uno de los países cuyo sistema hipotecario está soportando mejor la crisis global. Pero más allá del valor de cada una de las acciones, el verdadero mérito de las autoridades fue su capacidad para adoptar medidas estructurales encaminadas no sólo a curar posibles enfermedades del sistema, sino a prevenir las que podrían darse en el futuro.

De manera parecida debemos buscar soluciones estructurales que acaben definitivamente con los problemas. Por hacer un símil medico: no es suficiente con aliviar el dolor con analgésicos, hay que curar la enfermedad y evitar posibles recaídas.

Antonio Carballo. Director general de Genworth Financial Mortgage Insurance

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