Paisaje después de los exámenes
Los stress tests se han acabado y su resultado parece que ha conjurado la posibilidad de que EE UU siga el ejemplo sueco o el japonés de los años noventa. Son dos escenarios que teóricamente se han barajado y para Washington son dos grandes pesadillas: la necesidad de nacionalizar (como Suecia) o el temor a que las medidas en marcha sean insuficientes y el sistema esté lleno de entidades "zombis" sin capacidad para cumplir su misión crediticia (como en la llamada "década perdida" japonesa).
Resumiendo, los supervisores de las entidades financieras han encontrado que casi la mitad de la gran banca, la que controla dos tercios de los activos del sistema bancario, goza de buena salud por lo que respecta a sus niveles de capitalización. Quienes no tienen suficiente, 10 de 19 entidades financieras, apenas necesitan captar más que 74.600 millones de dólares para poder plantar cara a una hipotética situación económica más complicada. Dos de ellos, Wells Fargo y Morgan Stanley, hicieron sendas ofertas de acciones y deuda en los mercados el viernes que se cubrieron con facilidad, lo que permite pensar que el capital privado vuelve y el público puede empeza la retirada. Es más, buena parte de la gran banca (necesite capital o no) está ya haciendo planes para devolver el dinero estatal que recibieron en otoño y que ha impuesto un cerrado seguimiento del Gobierno sobre ellas.
Enterrar las dos pesadillas puede ser, sin embargo, prematuro y poco realista.
Para empezar porque los examinadores han sido ciertamente benévolos en el examen, algo que no conviene perder de vista para no llamarse a muchos engaños y cerrar sin más la desconfianza e incertidumbre existente sobre un sistema financiero que ha sido crucial en la génesis de la recesión.
En un sistema bancario "demasiado grande e interconectado para dejar caer", la foto que los reguladores han tomado de la salud ha sido discutido hasta el último pixel por las propias entidades. Según la edición de fin de semana de The Wall Street Journal, la Reserva Federal tuvo que negociar con las entidades peor paradas el resultado del examen y rebajar, a instancias de estas, la capitalización. Eso se suma al hecho de que el empeoramiento económico que se ha barajado es, para muchos analistas, muy liviano. Aunque algunos bancos medianos se encontraron con problemas con los que no contaban, entidades como Wells Fargo y Bank of America han discutido vigorosamente a los reguladores y han conseguido rebajar las demandas iniciales.
Otro diario, Financial Times, revelaba que incluso estas necesidades de capitalización general pueden ser menores si los beneficios del próximo semestre muestran avances, algo que es un incentivo para lograr unas cuentas buenas, como las del primer trimestre, que resultan difíciles de entender en un ambiente económico de profunda recesión.
Ante esta situación ¿Es razonable abandonar la sospecha de que los zombis puedan existir?
El veredicto de los exámenes ha reforzado la defensa que la banca inició en el primer trimestre, cuando sostiene que pueden librarse de la ayuda estatal y más aún de su lupa.
Es algo que debería preocupar a las autoridades que cada día que pasa pierden la oportunidad de reforzar la regulación sobre el sistema financiero sin mucha resistencia. Además, se pueden encontrar con problemas para implementar el plan de Tim Geithner, el titular del Tesoro, para eliminar los activos tóxicos de los libros de las entidades.
Algunos bancos han dado a entender que no se desharán de sus carteras si las subastas dejan el precio de estos activos muy por debajo de sus expectativas.
Y ¿la pesadilla sueca?
Los tests han dibujado una línea entre los bancos fuertes y los más débiles que puede ser tenue para los segundos pero que para una entidad, GMAC, es casi la Muralla China. La financiera de GM tiene que captar 11.500 millones de dólares algo que dada su situación la pone al borde de un colapso que según Geithner nunca llegará. El Gobierno se encargará de ello.
Las pruebas de resistencia son pasado pero no debe descartarse que el estrés financiero continúe.