Garoña reabre el debate nuclear en España
El Gobierno debe decidir en unas semanas si alarga o no la vida de la central nuclear de Garoña. La posición al respecto puede marcar la futura política energética en España.
La juventud de Miranda de Ebro está a favor del cierre de la central", dicen unos chavales mientras apuran en un bar de la localidad burgalesa las últimas horas de un domingo jugando a los dados y fumando marihuana. "No queremos vivir más años bajo el riesgo de que algún día ocurra algo", dicen. Miranda de Ebro (entre 35.000 y 40.000 habitantes) es la ciudad más cercana a la central nuclear de Santa María de Garoña. El río Ebro la divide en dos, igual que ha hecho el debate abierto sobre el alargamiento o no de la vida útil de la central nuclear, la más antigua y de menor potencia instalada en España.
En el centro de la localidad, a los pies de un edificio de la Junta de Castilla y León, hombres que podrían ser los padres de esos mismos chavales cenan a la luz de un camping gas. Son trabajadores de la papelera Rottneros que en protesta por el cierre anunciado de la compañía llevan semanas viviendo en tiendas de campaña levantadas en un pequeño jardín del edificio municipal. Rottneros ha dado empleo a buena parte de la población de Miranda de Ebro durante décadas. "Si ahora además cierran la central... eso sería un desastre total para Miranda", dice uno de los trabajadores.
La central nuclear de Santa María de Garoña comenzó a funcionar en 1971; el próximo 5 de julio expira el permiso que tiene para seguir operando. Antes, el 5 de junio, el Consejo de Seguridad Nuclear debe emitir un informe al Gobierno sobre las condiciones de la planta. Los responsables de la central aseguran que puede seguir funcionando al menos durante diez años más. La legislación española no determina el tiempo máximo de funcionamiento de las centrales nucleares; por lo tanto, la decisión de que Garoña siga o no en funcionamiento es política (evidentemente si el informe del Consejo de Seguridad Nuclear es contrario el debate está cerrado). Si se decide extender su vida es de prever que ocurra lo mismo cuando se analice la continuidad o no del resto de centrales en el país.
En el interior de la central de Garoña uno no tiene la impresión de estar junto a algo que potencialmente puede ser tan destructivo como advierten los que se oponen al empleo de la energía nuclear. Si no fuera por la doble valla electrificada que rodea Garoña, el coche de la Guardia Civil que siempre está a la entrada de la central y los numerosos guardias de Prosegur que vigilan la planta, uno casi tendría la impresión de estar en una granja. Gamos, conejos, perros, gansos y pavos reales viven en el interior de la central y todos los días se cruzan con los trabajadores de Nuclenor, la empresa propietaria controlada por Iberdrola y Endesa. La planta está emplazada en un meandro casi cerrado sobre el río Ebro, en el Valle de Tobalina, junto al embalse de Sobrón. El hormigón de la pequeña central nuclear de Garoña rompe un paisaje de montes verdes, agua y ermitas.
El pasado mes de abril la central sufrió dos paradas no programadas. En ambos casos tanto los responsables de la central como el Consejo de Seguridad Nuclear han asegurado que no han supuesto ningún riesgo para trabajadores, medio ambiente y población. Para los que se oponen a la extensión de la vida útil de la planta estos sucesos demuestran que es algo "obsoleto".
"Los yogures", comenta Luis Oviedo, portavoz de Ecologistas en Acción en Castilla y León, y originario de un pueblo cercano a la central, "tienen una fecha de caducidad igual que Garoña; la central caducaba a los 25 años, ese periodo ya se ha superado y todavía quieren ampliarlo. Garoña es un yogur caducado, mantenerla abierta es jugar a la ruleta rusa con la población de la zona", advierte.
"En los últimos 10 años", dice Miguel Ángel Cortés, director adjunto de la central de Garoña, "se han invertido aquí 150 millones de euros y hay otro plan de inversión de 50 millones hasta 2011". El directivo de Nuclenor destaca los trabajos en seguridad que se han hecho en la central, las inspecciones de organismos internacionales y la presencia constante de dos inspectores del Consejo de Seguridad Nuclear en la central.
¿Qué da y qué quita la central nuclear de Garoña? Las respuestas a esta pregunta, como es de suponer, son distintas dependiendo de quién las haga. Aunque la planta es la más pequeña de las centrales nucleares españolas su existencia se presiente a decenas de kilómetros a la redonda. Asociaciones, actos culturales de numerosos pueblos de alrededor sobreviven gracias a subvenciones de Nuclenor, cientos de familias dependen de su existencia. "La central ha hecho un gran esfuerzo por integrarse en el tejido social de la zona", dicen sus responsables. "El municipio que se posiciona en contra de la central no recibe ayudas de Nuclenor", denuncian en Ecologistas en Acción.
Un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Burgos, amparado por Nuclenor detalla que: los presupuestos de los municipios cercanos a Garoña están "muy por encima del resto de presupuestos de municipios burgaleses de similares características" y que el número de desempleados con respecto a la población total es "menor en Medina de Pomar y en Miranda de Ebro que la media provincial y autonómica". El informe, publicado en 2007, concluye que desde el punto de vista económico y social Garoña "ha contribuido y contribuye a un mayor desarrollo y dinamismo en su zona de influencia y en la zona de Burgos".
También en el PSOE parece haber diferencias de opiniones sobre la conveniencia o no de mantener la central de Garoña. El alcalde de Miranda de Ebro, Francisco Campo, no ha querido hacer declaraciones a este diario sobre la cuestión. A una pregunta del portavoz del Grupo Municipal del PP, Borja Suárez, el responsable de la corporación dijo durante la sesión plenaria celebrada el pasado día 7: "Si los informes técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear indican que la central no cumple, ni el Gobierno ni nadie puede hacer nada. Hay que cerrarla. Pero si cumple, mi posición es que siga, claro", según declaraciones recogidas por El Correo.
Un día antes el secretario federal de Medio Ambiente y Desarrollo Rural del PSOE, Hugo Alfonso Morán, afirmaba que "el sistema energético español está en condiciones de sustituir sin traumas el cese de producción energética que supondría el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña". Y recordó que el modelo del PSOE "no pasa por la energía nuclear", informó Efe.
Se mantenga o no el funcionamiento de Garoña esta pequeña central, la más vieja de las instaladas en España, ha abierto un debate que hasta hace poco era prácticamente tabú en la política y en la sociedad del país.
Demanda eléctrica y crisis económica.
En 2011 el consumo de petróleo en España aumentará menos que el total de la energía (2,34%) aunque mantendrá un peso próximo al 50% del total debido a su uso como combustible en el transporte. De acuerdo a los informes recopilados por la Universidad de Burgos para elaborar un estudio sobre la central de Garoña, la energía nuclear representará ese año el 19,4% del total generada en España, frente al 27,6% generada en el año 2000. El consumo de gas natural mantendrá su tendencia al alza hasta alcanzar el próximo año un 22% del total. El de carbón continuará su tendencia a la baja, con una generación estimada del 15% en 2011 frente al casi 36% que suponía en 2000. Las energías renovables, según la Revista de la Sociedad Nuclear Española, supondrá el 28,4% de la energía generada en el país en dos años (cerca del 17% en el año 2000).El sistema energético español ha tenido siempre una elevada dependencia exterior. Las importaciones de energía han pasado de representar el 76,5% en 1999 al 81% en 2005, y ese porcentaje sube año tras año. En 2005 España pagó por la compra de gas y petróleo 32.000 millones de euros, el 3,5% del PIB. El aumento de la demanda de electricidad suele acompañar los momentos de crecimiento económico; por eso es previsible una contención de la demanda eléctrica en España.
Técnica, política e ideología
Angel Cortés. Director adjunto de Garoña: "Funcionar 60 años es nuestra referencia"Los técnicos de la central nuclear de Garoña visitan a menudo centrales de Estados Unidos, son las más parecidas a la planta situada en la localidad burgalesa. En Estados Unidos la vida útil de las centrales se está alargando hasta los 60 años, "esa es nuestra referencia", dice Miguel Ángel Cortés, director adjunto de la central de Nuclenor. "Estamos muy orgullosos del trabajo que hemos realizado, en 2008 la central estuvo funcionando durante 363 días", señala. Cortés entiende que la decisión de cerrar o mantener la central de Garoña corresponde al Gobierno y que este deberá atender al informe del Consejo de Seguridad Nuclear. "Las evaluaciones que hemos tenido de organismos internacionales han sido satisfactorias, todas las evaluaciones nos sirven para mejorar", dice. "Ahora sólo podemos esperar el informe del Consejo y seguir trabajando como hasta ahora", añade.Luis Oviedo y Elvira Cámara. Representantes de Ecologistas en Acción: "Cuanto más dure, más residuos""Cuantos más años funcione Garoña, más residuos generará, así estamos condicionando el futuro de las siguientes generaciones", dice Elvira Cámara, de Ecologistas en Acción. "Y el impacto de los residuos nucleares tarda 200.000 años en desaparecer", dice su compañero en la organización Luis Oviedo. "La decisión sobre el cierre o no de Garoña no puede ser técnica, estoy seguro de que el Consejo de Seguridad Nuclear va a decir que funciona bien, debe ser una decisión política", añade. "El Consejo en su informe no va a hablar de los residuos que genera, o del temor con el que vive la gente de la zona", subraya Elvira Cámara. Y advierten que el coste de Garoña ya está amortizado y que su desaparición generaría más empleo del que destruiría por las oportunidades que se daría así al turismo rural en la zona, además de las labores que supondría su derribo.Francisco de Lucas. Concejal del PP de Miranda de Ebro: "Si el informe técnico es positivo, debe mantenerse"Francisco de Lucas, 33 años, concejal del Partido Popular del Ayuntamiento de Miranda de Ebro, dice que si "el informe técnico del Consejo es positivo, la central debe mantenerse". Garoña supone cerca de 300 empleos para esta localidad y cuando efectúa una parada programada más de 1.500 personas trabajan en la zona durante al menos un mes, recuerda De Lucas. Además señala que Nuclenor, la compañía que explota la central, aporta subvenciones a asociaciones de la zona y para la realización de actos culturales. Sólo Izquierda Unida, con dos concejales, se muestra claramente en contra de la central. El alcalde de Miranda de Ebro, Francisco Campos, del PSOE, no ha querido hacer declaraciones. "Sólo se referirá al informe del Consejo", dicen en el Ayuntamiento.