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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

Estrecheces en la gran ciudad

Los únicos que no van a ver con excesiva aprensión el presupuesto que el alcalde Nueva York, Michael Bloomberg, acaba de proponer son los bomberos, los policías y los profesores. El resto de los trabajadores municipales no se libra de temer por su puesto de trabajo porque las grandes cuentas de la ciudad estipulan que 3.759 trabajadores pierdan su empleo.

Bloomberg dijo simple y llanamente: "no tenemos el dinero suficiente".

El alcalde no solo está recortando los gastos con un presupuesto sensiblemente menor que el del año anterior sino que además quiere subir los ingresos. ¿Cómo? Elevando el impuesto de ventas.

Bloomberg, que primero fue demócrata, luego republicano y, por último, independiente, quiere elevar medio punto porcentual, hasta 8,875%, el gravamen de las compras justo ahora que los comerciantes tienen más dura la tarea de atraer compradores a sus establecimientos. La compra de ropa y calzado, que estaba exenta para poder competir con los centros comerciales de New Jersey, va a volver a fiscalizarse.

Según los cálculos de la oficina del presupuesto, un hogar que ingrese al año 125.000 dólares terminará pagando unos 356 dólares más debido a este impuesto. Quien ingrese 35.000, una cantidad que permite apuntarse a buena parte de los programas de ayudas sociales, la subida de los impuestos planteada por Bloomberg supone un gravamen extra anual de 129 dólares.

El alcalde, que también ha propuesto cobrar cinco centavos por cada bolsa de plástico de grandes supermercados, no quiere ni oír hablar de otra propuesta, subir los impuestos a quienes ingresen más de medio millón de dólares al año, que es mucho más popular en el consejo de la ciudad (que tiene que aprobar estas cuentas). Esta opción goza también del apoyo del demócrata William Tompson, quien se perfila como su contrincante en las próximas elecciones.

Bloomberg, una de las personas más ricas del mundo, considera que esta medida podría provocar que las grandes fortunas y las empresas se fueran de la ciudad. Al Estado de Nueva York estas consideraciones no le han preocupado tanto y acaba de imponer una subida en los impuestos de quienes más ingresan.

Si todos estos cambios se materializan, los neoyorquinos tendrán que volver a ajustar sus propios presupuestos. En la nueva realidad que impone la crisis, a las posibles subidas que baraja el alcalde se suma el incremento de los precios del transporte público.

Los dos dólares que cuesta el viaje en metro o autobús pasarán a ser 2,25 y no han sido más por que esta misma semana el Estado de Nueva York ha puesto en marcha un plan de rescate para que la empresa que gestiona este servicio, la MTA, no tenga que acudir a planes más duros para poder rebajar su déficit y deuda.

Inicialmente, y de no ser por este rescate, las subidas para este año iban a ser del 30% y no del 10% y se recortaría fuertemente el servicio.

Pero para poder sacar a la MTA de un apuro que no va a librar a los usuarios de subidas cada dos años, se va a subir marginalmente la fiscalidad del empleo, se aumentará un 5% la del alquiler de coches, se aumentarán las tasas de matriculación y la bajada de bandera en los taxis será medio dólar más cara.

Son tiempos de estrecheces en una gran ciudad que ahora, y a marchas, forzadas recuerda con más nitidez los malos tiempos.

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