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¿España no pinta nada en la UE?

El prestigioso instituto de estudios londinense Centre for European Reform (CER) ha publicado hoy un demoledor análisis de la política internacional de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.

El artículo lo firma el propio director del CER, Charles Grant. Y su conclusión es que "aunque [España] es uno de los países más proeuropeos, es el menos influyente de los seis mayores socios de la UE" (los otros son Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Polonia).

Grant atribuye la escasa inluencia de España en la UE a dos factores: la personalidad de su presidente del Gobierno, que no habla ningún idioma aparte del español, y la resistencia de Zapatero a adoptar posiciones en polítca exterior que sean impopulares entre su electorado.

El analista británico no cree que la situación vaya a cambiar si el líder del PP, Mariano Rajoy, llegara al poder. Y contrasta el escaso punch de los dos principales líderes españoles con el "peso pesado" de sus predecesores, José María Aznar y Felipe González.

Pocos dudan en Bruselas de que España, como apunta Grant, perdió presecia en la UE durante la anterior legislatura. Pero el director del CER lleva sus conclusiones hasta extremos difíciles de compartir. Y, sobre todo, no parece acertar en las causas del presunto fiasco diplomático español de los últimos años.

Se olvida, de entrada, de que Aznar sólo empezó a hablar inglés al final de su mandato. Y que el éxito internacional de González no tiene nada que ver con un francés que estaba y está muy lejos del acento solemne de François Miterrand.

Tampoco menciona que España está viviendo una suerte de segunda transición, que obliga al Gobierno (y a la oposición) a estar centrados en la redefinición de unos parámetros políticos, institucionales y sociales casi tan drástica como la de hace 30 años. Basta seguir los medios de comunicación españoles para darse cuenta de ese ensimismamiento.

Resulta también extraño que Grant atribuya a Zapatero la responsabilidad de unas líneas que han marcado la diplomacia española desde hace décadas, como es la amistad hacia el pueblo árabe o la relación especial con Cuba. Franco ni siquiera tenía relaciones con Israel, pero nunca rompió con Fidel Castro.

El análisis del CER, un think tank que surgió de un entorno próximo al neolaborismo de Tony Blair, obvia, en cambio, que quien rompió (legítimamente) esa tradición fue José María Aznar durante su segunda legislatura. Y esa ruptura no colocó a España en el centro de la UE sino en la cumbre de las Azores.

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