La Agencia europea de control y prevención de enfermedades, con sede en Estocolmo, se ha convertido gracias a la gripe porcina en una irresistible atracción para los aficionados a las emociones fuertes.
La agencia responde en inglés a siglas de resonancia tan heavimetalera como ECDC. Y la contundencia de sus mensajes no se aleja mucho de la estética del atronador grupo Eisidisi. Sólo le falta el rayo entre la C y la D para codearse con la banda de origen australiano.
A falta de la descarga jupiterina, la Agencia comunitaria cuenta con un tocayo de Angus Young, el guitarrista y líder de ACDC, como máximo especialista en la gripe. Y los mensajes del Dr Angus Nicolls parecen sacados muchas veces de las letras apocalípticas y siniestras que tanto agradan a los seguidores del rock duro.
Cada tarde desde que empezó la plaga, Angus Nicolls y los suyos hacen un escalofriante balance a través de la web de la Agencia de la propagación de la plaga porcina. Y sus recitales dejan temblando a media Europa.
Primero anunciaron que alguien morirá de la nueva enfermedad en el Viejo Continente. Después, que el paso de la fase cinco a la seis en el baremo de la pandemia de la OMS es inevitable. Y en una apoteosis estadística que dejó sin hipo a la aguerrida audiencia, Angus predijo, por último, que el 50% de la población europea se contagiaría de alguna manera con el nuevo virus.
Ahí se disparó la fama de la Agencia y comenzó el calvario de sus seguidores. Desde entonces, la ECDC ha dosificado el número de galas y las ha cambiado de la hora taciturna de las cuatro de la tarde a unas 10 de la mañana que no invitan a la desesperación ni al desgarro. Y sólo actúan los martes y jueves. En días como hoy, sniff, los fans de ECDC tienen que conformarse con los pantalones cortos de Angus Young. Pero ya no son lo mismo después de haber probado el heavy metal de Angus Nicolls.
