Puente a las renovables
El calentamiento global representa una amenaza a escala planetaria sin precedentes y parece evidente que sólo podemos sobrevivir apostando por las energías limpias, como España viene haciendo desde hace años. El avance en este campo es formidable y bastan dos ejemplos para demostrarlo: mientras que hace 40 años el coste de producción de la energía eólica era de 0,3 euros/kWh, actualmente es de 0,05 euros, alineado con el del gas o el carbón; asimismo, hace 5 años el coste de los paneles fotovoltaicos era de 3 dólares/Wp y hoy se ha reducido a 0,98.
Sin embargo, subsiste el desacople entre la producción de las renovables, intermitente, y el consumo, que debe solventarse mediante técnicas de almacenamiento. España está liderando el avance tecnológico en el almacenamiento de energía procedente de plantas solares termoeléctricas mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, el MIT asegura que en 2020 se podrá almacenar energía fotovoltaica en forma de hidrógeno.
El avance en el desarrollo de las energías renovables es evidente, pero todo indica que faltan al menos entre 10 y 20 años para solventar sus principales limitaciones; intermitencia y costes elevados. Es poco probable que la sociedad esté dispuesta a asumir que se incrementen las interrupciones del suministro eléctrico, lo que ocurriría de perderse generación en base. Dicha generación en base, que corre a cargo de las centrales nucleares, de carbón o de gas natural, asegura el abastecimiento eléctrico al estar siempre disponible.
Considerando lo anterior, la alternativa de prolongar la vida útil de las centrales nucleares en operación resulta una opción atractiva ya que se daría tiempo a las energías limpias a resolver sus limitaciones actuales a la vez que se lucharía eficazmente contra el cambio climático.
Si se sustituyera el parque nuclear español por centrales de ciclo combinado, el incremento anual de emisiones sería de 24 millones de toneladas de CO2, que equivale a una cuarta parte de las emisiones del transporte. Por tanto, el cierre del parque nuclear nos alejaría de nuestros compromisos ambientales a la vez que sería claramente lesivo para los costes de nuestra energía. Otra ventaja clave de mantener en operación las centrales nucleares es que permitiría enfocar la inversión de nuestros recursos limitados en el desarrollo de las energías renovables, en vez de en sustituir capacidad nuclear por otras tecnologías de base emisoras de CO2.
España está apostando acertadamente por impulsar las energías renovables y para seguir liderando este sector es preciso destinar todos nuestros recursos y esfuerzos en su desarrollo, a la vez que se garantiza la competitividad de nuestra industria productiva, el suministro eléctrico los 365 días del año y el mayor cumplimiento posible de nuestros compromisos ambientales. Sólo el mantenimiento del parque nuclear puede satisfacer todos estos requerimientos, aparentemente contradictorios, pero todos ellos elementos de nuestra realidad energética.
Jordi Dolader. Consultor energético internacional