Las máquinas y los asesores
Miguel Rodríguez - 05/05/2009
Se llama Sophie, viste traje de chaqueta gris y camisa azul marino y luce gafas de pasta fina. Es asesora financiera, pero no es humana, es el avatar de un programa informático de planificación financiera denominado Simplifi que tiene como objetivo el asesoramiento financiero a largo plazo.
Sophie recaba información sobre los objetivos financieros del cliente, su nivel de deuda, los activos que tiene, y con ello elabora un plan de inversión a largo plazo, que revisa periódicamente. Simplifi no es un programa para especuladores, no hace apuestas a corto plazo ni contempla consejos que no sean para un horizonte temporal elevado.
El nacimiento de esta ejecutiva virtual puede parecer anecdótico, pero se produce en un momento de profunda crisis en la comunidad financiera, en el que la asesoría, especialmente la de banca privada, se ha puesto en entredicho. Y entonces salta la pregunta: ¿puede una máquina sustituir al asesor financiero?
Porque una cosa es que un ordenador sea capaz de crear una cartera para el largo plazo, en función de un perfil de riesgo, ponderando los activos según aquél, y otra que la máquina sepa reaccionar a los acontecimientos más imprevisibles, y de éstos hemos visto unos cuantos en los últimos dos años. Si algo ha demostrado la crisis financiera es que lo más improbable puede ser posible. Y hemos visto no pocos modelos cuantitativos saltar por los aires.
La planificación financiera, aunque sea a largo plazo, no es sólo formar una cartera y esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
Periódicamente hay que ajustarla, reequilibrarla, y realizar los cambios oportunos para cubrirse en la medida de lo posible cuando sea necesario. Y para eso hace falta conocimiento, experiencia y no poca intuición.
Otra cosa es que la asesoría financiera tenga por delante la tarea, complicada, de recuperar la confianza que han perdido en ella muchos ahorradores. Que también.