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Columna
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La marginación del Banco de España

El gobernador del Banco de España se está tomando muy en serio la independencia de su institución. Miguel Ángel Fernández Ordóñez ha hecho saber al Gobierno y al mundo cuál es su opinión sobre la reforma del sistema de Seguridad Social y en otra ocasión, del mercado laboral del país. Por hacerlo, ha recibido críticas, incluso en alguna ocasión del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero puede que la riña sea un poco exagerada por la prensa. Los desacuerdos sobre las pensiones, por ejemplo, equivalen a lo que los ingleses llaman 'una tormenta en una taza de té'. Si habrá o no un ligero déficit este año -el comentario que molestó al Gobierno- no es la cuestión. A largo plazo, es evidente que Ordóñez tiene razón en que la baja tasa de natalidad acabará a la larga con el superávit de la Seguridad Social. El ratio de pensionistas sobre la población trabajadora se estima en casi el 60% para 2050.

Los argumentos de la reforma del mercado laboral en un miembro de la eurozona con un alto desempleo son de peso. Y Ordóñez tiene todo el derecho a sumarse a Pedro Solbes, el recientemente desbancado ministro de Economía, en alertar que España tiene muy poco margen para impulsar el gasto público. Zapatero, con los ojos en las elecciones europeas de junio, ha sugerido que sí se podría aumentar el gasto público, que ya se espera que llegue este año al 8%.

La disputa ha sorprendido fuera de España porque Ordóñez es del mismo partido que Zapatero y un antiguo secretario de Estado de Economía. Y el Banco de España no está exento de culpa: presidió una de las mayores burbujas inmobiliarias de Europa. Pero ha mostrado en el pasado que pensar de manera independiente no es malo del todo. Fue lo suficientemente escéptico con las tendencias desreguladoras predominantes como para dirigir algunas medidas contra-cíclicas destinadas a los bancos. También los mantuvo al margen del empantanamiento de la deuda extranjera asegurada. Un banco central más débil habría entregado al Gobierno un desastre aún peor.

El historial español destaca. Siguiendo el ejemplo de Alan Greenspan, ex presidente de la Fed, demasiados de los supuestamente independientes gobernadores de bancos centrales han hecho poco por no cortejar la impopularidad política. Puede que Ordóñez quiera ofrecer a sus colegas una tutoría sobre franqueza.

Fiona Maharg-Bravo y Edward Hadas

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