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Tribuna
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Competencia desleal

El sector hortofrutícola en España, que ocupa un tercio de la producción agraria y la mitad de la producción vegetal, se está viendo muy deteriorado últimamente. Las causas son diversas y sus soluciones, en muchos casos, están a nuestro alcance. Este sector está siendo uno de los que más está notando la crisis económica, principalmente por el encarecimiento de los costes de producción. Además, la dura competencia en muchos productos, como el tomate, puede acarrear la destrucción de miles de puestos de trabajo. Los productos de terceros países atraviesan nuestras fronteras sin que se respeten los convenios establecidos, tanto en kilos como en precio.

No podemos consentir la desventaja competitiva que existe de nuestros productos respecto a los de los países extracomunitarios. Hortalizas tan típicamente españolas como el tomate cherry o la judía verde acabarán trasladándose a estos países de forma inexorable, por el alto coste en mano de obra, si no se toman las medidas. Y se perderán sobre todo en regiones como Andalucía o la Comunidad Valenciana, que suponen el 86% de la producción hortofrutícola nacional.

Esta problemática requiere soluciones urgentes. En primer lugar, las autoridades deberían exigir todas las certificaciones de calidad. Es también necesario que se controlen las aduanas para que la permisividad que existe ahora no sea aprovechada para aumentar los cupos de entrada de hortalizas. Y se debe, por último, controlar que los precios mínimos de referencia marcados dentro del acuerdo de la UE con países terceros sean respetados. Es cierto que el Ministerio de Agricultura se ha comprometido a establecer controles más estrictos en las aduanas, pero esto no se ha traducido en nada concreto. Ha llegado el momento de que actúe la Comisión Europea, fijando clara y taxativamente cuáles son las variables que deben respetarse.

Sin embargo, no hay muchos motivos para la esperanza teniendo en cuenta los antecedentes. Efectivamente, las negociaciones de los últimos años entre la UE y países extracomunitarios han dañado al sector productor andaluz, ya que se ha permitido que estos países, con menores costes de producción, hayan introducido sin control sus hortalizas en Europa, desestabilizando los mercados en origen como el nuestro. Esta dinámica de liberalización del mercado de la UE a países terceros responde a los intereses de países del norte de Europa, que prefieren utilizar nuestra agricultura como moneda de cambio para conseguir otras prebendas comerciales (acuerdos de venta de producto e inversión).

El libre mercado es hoy la mejor forma para enriquecer a los países que lo llevan a cabo, siempre que existan igualdad de oportunidades y respeto a las leyes vigentes. No se trata de promover el proteccionismo, sino de tener claro que si no queremos aumentar el paro en nuestro país deberíamos hacer un esfuerzo por consumir productos made in Spain. De lo contrario, nos veremos abocados a la destrucción de uno de los sectores más pujantes de la agricultura española.

María José Pardo. Gerente de Hortyfruta

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