El futuro de la banca privada suiza
La expresión banca privada en internet produce casi cuatro millones de registros: todos tienen una interpretación diferente y todos reclaman la propiedad del término. Resumir qué es esta actividad, casi un arte, es una ardua misión, más considerando que la esencia de un banquero privado suizo radica en el conocimiento que le ha sido transmitido de generación en generación.
Al hablar de la gestión de patrimonios de Suiza, los términos banca privada, banco privado, y banquero privado se emplean sin distinción, pese a que son estructural y filosóficamente diferentes. Banca privada describe la actividad destinada a clientes que desean tener sus activos gestionados profesionalmente. æpermil;ste es el término más utilizado para referirse a las líneas de negocio de bancos generalistas. Banco privado se aplica a bancos organizados en forma de sociedades anónimas, operativos principalmente para la gestión de patrimonios privados, cualquiera que sea su condición jurídica.
Por contra, un banquero privado utiliza su propio capital para financiar su actividad empresarial, tiene una responsabilidad ilimitada hacia sus clientes y se distingue por su independencia de criterio y por la ausencia de grandes riesgos o deudas estructurales en sus balances. Dicho esto, y para comprender qué es la banca privada suiza, es útil considerar los principios básicos sobre los que se asienta.
La continuidad de los resultados a través de un verdadero lazo de confianza es el primero de estos principios. Un banco suizo genera confianza poniéndose en el lugar de su cliente. Su papel no es tanto la venta de servicios financieros, sino la construcción de una relación de confianza. Un banquero es un director de orquesta que interpreta una compleja sinfonía más que una pieza de cámara. Debe garantizar la continuidad de todos los servicios que ofrece, anticiparse al cambio y gestionarlo. En este escenario, el rendimiento es una función y una condición necesaria, pero no la única. Por esto clientes de todo el mundo apuestan por los servicios ofrecidos por bancos privados suizos, especialmente durante tiempos de crisis.
El segundo principio es el enfoque personalizado. Un zapato puede estar de moda por su color o su estilo. Pero así como el zapatero debe asegurar, además, que sea cómodo y que esté bien hecho, un banquero tampoco se conforma con las apariencias. Comprende y pone en perspectiva las circunstancias de su cliente antes de ofrecer la solución ideal. El ejercicio de esta profesión no consiste simplemente en perseguir objetivos cuantitativos. Pedir a un banquero que alcance un determinado número de clientes va en contra de establecer una relación de confianza duradera. El banquero es consciente de los intereses de su cliente y de su propia responsabilidad ante ellos. Esta capacidad es la que le distingue de un simple vendedor.
También está el compromiso. Suiza es líder mundial en la gestión de patrimonios. Esta posición se ha conseguido gracias al compromiso permanente de agentes del mercado y de organismos profesionales en el sector que ofrecen soluciones innovadoras para los más sofisticados requerimientos. El compromiso del banquero refleja su deseo por cultivar la confianza, y esta actitud ha ayudado a fomentar la imagen de Suiza y de su naturaleza financiera, mientras que ha reforzado su reputación y su habilidad para resistir en periodos de turbulencias. Asimismo, el banquero contribuye de manera activa a establecer las condiciones legales marco que rigen su sector: se autorregula, y además, promueve el principio de la coexistencia entre la autorregulación y la evolución del entorno jurídico y reglamentario.
Por último, está la confidencialidad. Proteger la privacidad del cliente es un rasgo cultural suizo consagrado en su legislación que promueve un entorno apropiado que contiene en sí mismo el diálogo. Los banqueros (como los médicos) son destinatarios de la información privilegiada que no debe ser difundida.
æpermil;stas son las piedras fundamentales sobre las que se ha construido la banca privada suiza. Hoy, banqueros suizos exportan su maestría y responden a un nuevo cliente cuyas exigencias les inspiran para seguir innovando. La banca privada suiza contemporánea es una sutil mezcla de tradición y modernidad, características que la predisponen para asumir una arquitectura abierta, así como una nueva gestión alternativa y exitosa de sus áreas.
Patrick Odier. Presidente de Lombard Odier