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Columna
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La presunción viaja en Cinquecento

Sergio Marchionne parece determinado a demostrar que Warren Buffett está equivocado. El jefe de Fiat ha sugerido que podría dirigir también Chrysler, al mismo tiempo. Esto trae a la mente una de las legendarias ocurrencias del inversor: 'Cuando un equipo directivo con una brillante reputación aborda un negocio con una reputación mala económicamente, es habitualmente la reputación de los negocios la que permanece intacta'.

El gestor italo-canadiense rescató a Fiat cuando estaba a punto, al parecer, de una muerte segura. Hoy está entre los más en forma de la industria. Marchionne ha demostrado también que puede realizar múltiples tareas. Siendo jefe de Fiat, se ha sentado también en el consejo de UBS y ha sido presidente de SGS, una compañía francesa de servicios manufactureros.

De modo que quizá Marchionne tiene tiempo para realizar otro trabajo en otro continente. Pero Chrysler ahora no es como Fiat lo era hace cinco años. Chrysler tiene una cuota de mercado del 10%. Fiat, en su punto más bajo, tuvo cerca del 30% -y la ventaja de ser un icono nacional-. Los sindicatos del automóvil en Norteamérica son también más duros de doblegar que los italianos.

Además, Marchionne consiguió una vez 2.000 millones de GM por cancelar una opción de compra sobre Fiat. Le costará más lograr que los bancos de inversión de EE UU cancelen algo de los 5.000 millones de dólares de la deuda de Chrysler.

Marchionne puede incluso conseguir un acuerdo antes del vencimiento del plazo, el 30 de abril, establecido por el Gobierno de EE UU. Las posibilidades son escasas sin embargo. Ciertamente, él parece creer que puede, y que es probablemente la mejor persona para dirigir una multinacional, fruto de una fusión transfronteriza con profunda participación estatal y enormes personalidades, incluido él mismo. Además, parece incluso más duro que dirigir a GM y Chrysler conjuntamente.

Pero a veces lo mejor no es suficientemente bueno. Carlos Ghosn, la cosa más cercana a un dios del Olimpo que tiene la industria automovilística, proporciona un cauteloso ejemplo. Su giro en el fabricante japonés Nissan sugiere poderes sobrehumanos. Pero un trabajo compartido con Renault no ha resultado tan bueno. No está pudiendo parar la caída en picado de las ventas y de los ingresos en la compañía francesa.

Marchionne puede aún enseñar a Buffett una cosa o dos. Pero quizá debería tomarse unos minutos fuera de su atareada vida para leer acerca de lo que los antiguos dioses de Grecia se esforzaron con demasiada ambición ciega. La presunción es una cualidad peligrosa.

Por Rachel Sanderson

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