Venía por dos años
Pedro Solbes fue el ministro de Economía que ayudó a salir de la recesión de 1992-1993 trayendo control y racionalidad a un gasto público desbocado. Su imaginario sobre la gestión de la economía se ha forjado en esa brega y bien puede decirse que entonces dejó el toro del déficit en suerte para que los sucesivos ministros de Economía y Hacienda realizasen la formidable faena de la transición presupuestaria española.
Los toreros de hoy apenas saben, dicen los críticos, poner a los toros frente al peto. No respetan las distancias ni, de esta forma, dan ocasión a que luzca la suerte de varas. Solbes lo supo hacer con un morlaco de respeto. Entre los ministros de Hacienda que posteriormente lidiaron con el déficit hasta convertirlo en superávit hay que citar a Rodrigo Rato, Cristóbal Montoro y al propio Solbes, que acabó exhibiendo en 2007 el mayor superávit de la democracia.
Podrá decirse que esa transición presupuestaria fue el resultado del intenso y continuado crecimiento registrado por la economía española entre 1995 y 2007 y que bastaba con no cometer errores para que el superávit acabase aflorando en la estructura presupuestaria. Sin duda, los estabilizadores automáticos del Presupuesto desempeñaron un papel muy relevante. Incluso, como entonces se argumentaba a menudo, podríamos habernos permitido una mejor situación fiscal a nada que se hubiesen intensificado las reformas adoptadas en las estructuras de ingresos y gastos públicos de nuestra economía.
Pero lo cierto es que en la segunda mitad de los años noventa cuajó una firme voluntad de controlar el gasto público, que es lo difícil, que materializó el entonces secretario de Estado de Presupuestos y Gasto, José Folgado.
Como comisario europeo de Economía y Finanzas, nombrado en 1999, Pedro Solbes monitorizó la exitosa puesta en circulación del euro, supervisó el curso de la recesión que afectó a las grandes economías del euro en 2001-2002, que en España pasó como una mera desaceleración que no interrumpió la consolidación fiscal, y le correspondió la compleja tarea de aplicar el Pacto de Estabilidad hasta abril de 2004. Tuvo un desempeño sólido y solvente durante esta etapa, ganándose su reputación de hombre serio y economista prudente y mesurado. Marchó de Bruselas a tiempo para no verse envuelto en el hundimiento reputacional del Pacto de Estabilidad cuando el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de diciembre de 2005, dominado por Alemania y Francia, decidió no aplicar a estos dos países las sanciones previstas en caso de déficit excesivo.
De hecho, como es bien sabido, en esa fecha Pedro Solbes llevaba ya año y medio al frente del Ministerio de Economía del primer Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, galopando a lomos de una economía que se aceleraba suave, pero decididamente, hacia el pleno empleo (a la castiza tasa de paro del 8%, eso sí).
Según la rumorología del momento, Pedro Solbes volvía al Ministerio de Economía para estar dos años y jubilarse al cabo de los mismos. Desde entonces, ha estado acompañado por esta expectativa de caducidad, de la misma forma que a todo ministro de Economía, y no sólo a Pedro Solbes, le acompaña la coletilla de que 'la recuperación se espera para el segundo semestre'.
El vertiginoso deterioro de la economía española sólo tiene una doble respuesta inmediata: el restablecimiento del crédito y el impulso a la demanda. Por eso, contener el gasto público, como siempre ha propugnado Pedro Solbes, no es una solución en estos momentos, aunque su aumento deba ser muy selectivo y haya de venir acompañado de un plan de saneamiento para cuando pase la tormenta. Amén de otras medidas financieras que sí ha adoptado, dentro de las competencias de un ministro de Economía.
Pedro Solbes sabe encarar los toros complicados, aunque nadie puede torear a gusto en tardes de lluvia torrencial ni con demasiados espontáneos en el ruedo. Las circunstancias más variadas e inoportunas han impedido seguramente que este solvente y sólido servidor público haya rendido su mejor servicio en esta última etapa de su carrera ministerial. Venía por dos años, pero creo sinceramente que debemos agradecerle todos los que ha estado de más.
José Antonio Herce. Socio y director de Economía de Analistas Financieros Internacionales (AFI)