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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Adiós a 41 años de servicio público

De los cinco ministros que ayer dejaron de serlo, Pedro Solbes, Magdalena Álvarez, Bernat Soria, César Molina y Mercedes Cabrera, destaca por su labor el hasta ahora titular de Economía y Hacienda y vicepresidente del Gobierno. La marcha definitiva de Solbes, anunciada en numerosas ocasiones en los últimos años por los medios de comunicación y sugerida a última hora hasta por él mismo, deja al presidente José Luis Rodríguez Zapatero sin su más firme valedor en la política económica ejecutada desde que se encuentra al frente del Ejecutivo.

La historia de Solbes, alicantino de 66 años, es la de un funcionario de altos vuelos metido a político que, tras 41 años de servicio público en varias Administraciones (sobre todo en el Ministerio de Economía) ha vivido prácticamente de todo.

Desde el joven Solbes, flamante técnico comercial del Estado en 1968, hasta el 'agotado' ministro de Economía y Hacienda, como le tildan propios y extraños, han transcurrido, entre otras importantes experiencias, cinco años en el Gobierno con el ex presidente Felipe González (1991-1996), etapa en la que fue ministro de Agricultura y de Economía y en la que vivió su primera crisis económica; cinco años más de comisario de Asuntos Monetarios en Bruselas, de la mano de Romano Prodi (1999-2004), donde se ganó la fama de guardián de la estabilidad presupuestaria de la UE; y otros cinco años como lugarteniente de la política económica del Gobierno socialista de Zapatero, que venció por primera vez en la urnas en marzo de 2004.

Solbes tuvo la gran oportunidad de dejar el Ejecutivo de Zapatero en marzo del año pasado, en una situación en la que la historia lo hubiera coronado como el ministro que sacó a España del déficit fiscal y la colocó con el superávit más alto de la Democracia. En ese momento, la economía acumulaba 14 años de crecimiento ininterrumpido, con tasas de las más altas de Europa.

Acostumbrado a decir sí a todos los retos, aceptó el propuesto por Zapatero de dar máxima publicidad a las promesas electorales del PSOE en una dura campaña, en la que protagonizó un debate de enjundia con su por aquel entonces máximo oponente político, Manuel Pizarro (PP), y que sirvió a Zapatero para recobrar ventaja días antes de los comicios. Su último servicio, y el que más le ha costado en sus 41 años en la Administración, ha sido el de intentar atajar la mayor recesión en 60 años (derivada de la crisis financiera internacional y del agotamiento del modelo productivo español), con unas tesis no siempre compartidas por su jefe y otros compañeros de gabinete.

Así, los últimos meses se han caracterizado por un continuo enfrentamiento con Zapatero, más proclive a aumentar el gasto social en épocas de vacas flacas que a mantener el rigor presupuestario y a acelerar las reformas estructurales necesarias para que España deje de pensar en el ladrillo como motor de crecimiento.

Su última entrevista como ministro en un medio escrito, dedicada a CincoDías, marca el alejamiento con un jefe del Ejecutivo preocupado a veces por objetivos generales como los meramente políticos, que por mantener el control del gasto. Al menos a Solbes le queda que Zapatero le ha hecho caso con la designación de su sucesora, Elena Salgado, de perfil técnico como él y de solvencia probada. El futuro dirá si es suficiente para salir del atolladero.

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