El control del gasto, frente a la cobertura del desempleo
Cuando a primera hora de esta mañana Elena Salgado se siente en su nueva mesa de la calle Alcalá 9 de Madrid le espera un panorama cuanto menos inquietante: un nivel de desempleo que camina hacía los cuatro millones de parados, mientras que los gastos sociales se disparan y los ingresos tributarios se desploman ante la caída de la actividad económica.
Salgado debe ser una mujer a quien no le asustan los retos. En caso contrario, nunca hubiera aceptado la Vicepresidencia Económica y el Ministerio de Economía y Hacienda en un momento en que las cuentas públicas del Estado caminan inexorablemente hacia niveles de déficit público nunca vistos en muchos años. Y variar esa tendencia parece hoy una misión casi imposible.
Por un lado, España se enfrenta a una dura recesión que se alargará, como mínimo hasta 2010, según datos del Banco de España, que prevé una caída del PIB para este año del 3% y del 1% en el próximo. Esto significa que los ingresos tributarios mantendrán una senda bajista y el número de parados seguirá subiendo. Es bastante probable que superen los cuatro millones, ya que el primer trimestre terminó con 3,6 millones de parados.
Ello se traduce en la peor ecuación posible para cualquier Gobierno. Por un lado caen los ingresos y, por el otro, aumentan los gastos. Conclusión: el déficit público se disparará este año. A estas alturas, ya nadie confía en que se cumplan las previsiones del Gobierno, que situaba el déficit fiscal para el conjunto de Administraciones Públicas en el 3,8% del PIB para 2009.
Más realista parece la visión del Banco de España, que calcula que los números rojos alcanzarán el 8,3% del PIB este año y el 8,7% en 2010. Unas cifras nunca vista en la España democrática. Dicho de otra forma, la necesidad de financiación del conjunto de Administraciones Públicas, si se cumplen las previsiones del Banco de España, puede situarse a finales de este año, por encima de los 90.000 millones de euros. Y, en los tiempos que corren, será difícil para el Gobierno encontrar en los mercados extranjeros la financiación que precisa. Por otra parte, el déficit público podría ser mayor si la economía española no empieza a vislumbrar indicios de recuperación en el segundo semestre del año como espera el Gobierno.
A día de hoy nadie es capaz de predecir cuándo España regresará al Pacto de Estabilidad Europeo, que fija como límite un déficit público del 3%. España ha pasado en menos de un año de estar entre los países europeos con mayor superávit fiscal a unirse al grupo de Estados que incumplen los acuerdos de estabilidad de la UE. Ante esta situación, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, confía en la capacidad de gestión de Elena Salgado para vigilar el gasto.
Financiar el paro
Hay partidas de gasto de difícil control, como el de prestaciones por desempleo, que se elevaron a 2.610 millones en febrero. Ello equivale a una subida del 71,1% respecto al mismo mes del año anterior, un incremento sin precedentes. Las previsiones del Banco de España sitúan la tasa de paro en el 17,1% para este año y en el 19,4% para el próximo. Ello ilustra uno de los problemas estructurales de la economía española: su facilidad para destruir empleo y para acumular déficit.
Elena Salgado, además de lidiar con la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, deberá sentar las bases para un cambio estructural de la economía. Esto significa impulsar los sectores más productivos y mejorar la balanza por cuenta corriente que convierte a España en un país demasiado dependiente de la financiación exterior.