Se va Solbes y llega el comando del gasto: malos tiempos para el rigor presupuestario
El sesgo que puede tomar la política económica y presupuestaria con los cambios que Zapatero prepara en el Gobierno es preocupante. Un Ejecutivo con un peso excesivo de los ministros políticos, los mismos que tienen el poder en el PSOE y que únicamente manejan propuestas para solucionar la crisis que pasan por el gasto público. Manuel Chaves y José Blanco son dos de los mejores exponentes del comando del gasto, que toma un poder relevante cuando sale el contrapeso del rigor presupuestario que hasta ahora encarnaba Pedro Solbes. Malos tiempos, pues, para el control del gasto; buenos tiempos para quienes gozan con el gasto público y el déficit, que si ya en marzo con gestores rigurosos estaba previsto que terminara este año y el que viene por encima del 8%, ahora bien podría saltar con holgura el 10% este año y el que viene.
Pedro Solbes es una víctima, una sombra política, desde que la crisis empezó a escupir desempleo a mansalva a mediados de 2008. De ser un activo electoral determinante para que la población diera la reválida a Zapatero cuando la amenaza de una recesión se cernía sobre la economía española, ha pasado a ser considerado desde Moncloa como un pasivo político, alguien que bloqueaba las decisiones expansivas de Zapatero y que podría estar retrasando una solución a la crisis económica en España.
Esa es la percepción pública que de manera indisimulada se ha encargado de trasladar el entorno del presidente hacia la sociedad. De hecho, nadie daba un euro por Solbes en los últimos meses, pese a haber neutralizado otra buena partida de ocurrencias que costaban miles de euros al presupuesto, y tras haber solventado con diligencia y buen criterio los problemas de liquidez que se le han planteado a la banca. Por tanto, Solbes estaba amortizado para el presidente y la opinión pública, actor que le importa a Zapatero más de lo que la gente cree. De hecho, los propios comentarios de Pedro Solbes acerca qde que no se presentaría más veces a las elecciones generales o que prefería ser ex ministro a ministro, eran la confirmación de que Zapatero lo tenía ya tachado de la lista.
Pero Pedro Solbes, que tiene una carrera política y económica muy acreditada tanto en España como en la Unión Europea, no ha ocultado ante Zapatero cuál debe ser el itinerario que el país tiene que hacer pasa salir de la crisis y hacerlo con éxito. Además de cuestionar cada vez más y con más vehemencia determinadas políticas de gasto del presidente, ha planteado en varias ocasiones qué cuestiones hay que hacer para que la salida de la recesión sea más exitosa, y evitar que en futuros episodios críticos España sufra lo que está sufrriendo en materia de empleo. A Solbes le atenaza y atormenta, y así lo expresaba en su última entevista como vicepresidente del Gobierno concedida precisamente a Cinco Dias, que España registre descomunales avances del paro cuando llegan las crisis, y no logra bajar del 8% cuando hay vacas gordas, mientras que las economías de nuestro entorno reducen el desempleo hasta el 3%, como Reino Unido o Estados Unidos.
Entre sus planteamientos al presidente del Gobierno para seguir en el Ejecutivo estarían precisamente una serie de reformas para remover los resortes que proporcionan la rigidez a la economía española. Reformas en muchos casos antisociales que Zapatero no está dispuesto a poner en marcha porque tienen un coste electoral que no está dispuesto a pagar. La principal función de Zapatero, no lo olvidemos, desde que ganó las elecciones es cómo ganarlas de nuevo.
Por tanto, ahora, con dos políticos amigos del gasto y una ministra de Hacienda obediente en el Gobierno, con Ferraz mandando más que Moncloa (si González levantara la cabeza política ...), el gasto público será el rey del mambo. No se pondrán en la mesa más soluciones que el cortoplacismo del gasto público, sea en desempleo, programas de gasto municipal, nuevos estímulos fiscales, etc. El déficit públcio, que ya ahora se admite que superará el 8%, podría superar el 10% el próximo año sin problemas, Y esas cantidades, aunque Zapatero crea que sí, no son financiables por una economía como la española.