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Columna
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Consejos mágicos de América Latina

El desplante de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, al premier Gordon Brown sobre gasto público tiene razón de ser. Brasil y Chile son democracias pobres y de izquierdas. Pero en los últimos tiempos han seguido políticas más sólidas que la mayoría de economías ricas. Un país con la estricta política monetaria de Brasil y con la cauta política fiscal de Chile habría sido aislado en el actual contexto de recesión.

Tal y como Michelle Bachelet recordó a Brown el pasado viernes, durante los años de altos precios del cobre Chile se construyó un fondo de estabilización de unos 20.000 millones de dólares, más de un 10% de su PIB. Estaba, pues, más que capacitado para permitirse un moderado estímulo fiscal del 2,8% del PIB cuando llegó la recesión y cayeron los precios del cobre. La política monetaria de Chile era también ligeramente restrictiva mientras que la inflación era alta, así que los tipos de interés reales son ahora sólo ligeramente negativos y el peligro de inflación es correspondientemente modesto.

El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, mientras tanto, tenía razón al remarcar que la crisis fue causada por 'gente blanca de ojos azules'. Sus políticas monetaria y fiscal han sido recientemente más responsables que las de Reino Unido o EE UU. Al mantener los tipos de interés reales cerca del 10% en pleno boom de la economía, Brasil evitó burbujas de activos y se dio un amplio margen para poder efectuar políticas de estímulo en tiempos de recesión, expandiendo la economía doméstica incluso aunque cayeran las exportaciones. Su cauta política fiscal también ha reducido la gran carga de la deuda que heredó Lula en 2002.

América Latina ha sido durante el último siglo y medio sinónimo de irresponsabilidad fiscal y monetaria, y Venezuela, Argentina y otros mantienen dicha reputación. No obstante, Brasil y Chile, ambas gobernadas por Gobiernos democráticos de centro-izquierda, han seguido políticas diferentes a las predominantes a nivel global y que han demostrado ser efectivas. Si EE UU o Reino Unido hubiesen seguido la política monetaria brasileña y la política fiscal chilena, podrían haber entrado en esta crisis con grandes fondos de estabilización que podrían ser usados como fondos de estímulo. Asimismo, el mantenimiento de altos tipos de interés real durante el boom habría evitado un aumento excesivo del precio de los activos, reduciendo dramáticamente los impagos y las bancarrotas propias de la recesión.

La aplicación populista de políticas económicas poco sólidas y excesivamente expansivas ya no es un monopolio exclusivo de América Latina. Los anglosajones deberían aprender de aquéllos que las han eludido.

Por Martin Hutchinson

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