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El inglés, en su justa medida, please

"¿Habla usted inglés?" La pregunta para usted, Sr. Rajoy, lanzada por un informático de Gordexola (Vizcaya), pretendía resaltar la presunta inferioridad de condiciones en la escena internacional de un presidente del Gobierno que no hable la lengua de Obama.

Quizá tenga razón el vizcaíno. Pero en Bruselas, donde cada pocos meses se reúnen los primeros ministros de la UE, no resulta tan extraño que un líder político no hable inglés. Y la inmensa mayoría, negocian en su lengua materna y a través de su traductor. "Incluso durante las cenas o en citas bilaterales", confirman fuentes del Consejo de la Unión Europea.

Lo cierto es que al más alto nivel de la política internacional, el dominio del inglés supone una ventaja, sobre todo, en las distancias cortas. Pero ni es un requisito imprescindible para moverse por cumbres, foros y demás sarao ni su conocimiento, como ha demostrado Carme Chacón, impide cometer errores garrafales en las relaciones diplomáticas.

Felipe González, sin saber inglés, se convirtió en uno de los motores políticos de Europa junto a Kohl o Miterrand. Y a Aznar le bastó la lengua de Quintanilla de Onésimo para enemistarse con media Europa y provocar una catástrofe humanitaria en Irak (con decenas de miles de muertos y varios millones de refuguados) junto a sus "amigos" monolingües Tony y George uve doble. Bueno, Blair chapurrea un poco de francés, pero seguro que no podría defenderse en esa lengua si algún día tiene que responder ante un Tribunal internacional por la invasión de Irak.

Entre los líderes actuales, nadie recuerda haber oído hablar a Nicolas Sarkozy en otra lengua que no sea francés. Ni a Angela Merkel alejarse de la lengua de Grass. Dicen que la canciller, cuando habla con Putin, lo hace en alemán. Pero Putin era miembro del KGB. Y ya se sabe que entre los agentes secretos, como entre los guías de turismo, el don de lenguas es un valor añadido (hablarlas y hacerlas hablar, en el caso del KGB).

Ojalá, por tanto, que el próximo presidente del Gobierno español hable inglés y francés, chino, árabe y ruso. Pero las urnas no son un examen de idiomas sino de la credibilidad de un proyecto político. Así que, Gordexolako jauna, valoremos el inglés en su justa medida. Mesedez. O please, si lo prefiere.

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