La UE quiere imponer su agenda en el G-20
Barack Obama, sin duda, acaparará gran parte de la atención mediática cuando el próximo 1 de abril pise Europa por primera vez como presidente de EE UU para asistir en Londres a la cumbre del G-20, organizada en esta ocasión por Reino Unido. Pero lejos de los focos y los micrófonos, las delegaciones de la UE (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, Holanda y Comisión Europea) se afanan para que las conclusiones de la cita londinense sigan punto por punto la agenda comunitaria de reforma de los mercados financieros internacionales. Y parece que lo están consiguiendo.
'Desafío a cualquier observador a que el 2 de abril, cuando concluya el G-20, compare sus conclusiones con las del anexo de las que aprobó el último Consejo Europeo'.
El reto lo lanza una fuente comunitaria que participa directamente en las negociaciones del borrador de compromisos sobre el que trabajarán en Londres. Los líderes de 21 países más la presidencia de la UE. En ese anexo, los 27 pactaron el pasado 20 de marzo su propuesta común para Londres, en la que defienden una revisión profunda de los sistemas de funcionamiento de los mercados financieros.
'Si no convencemos a la gente de que una crisis como la actual no puede volver a repetirse, no recuperaremos su confianza', resumen fuentes comunitarias el espíritu de los objetivos de la UE en la capital británica.
Y aunque el texto que llegará a la cumbre no está cerrado, esa fuente, como la mayoría de las delegaciones europeas, está convencida de que la UE logrará el respaldo internacional para una declaración tajante contra los paraísos fiscales (incluso, tal vez, con una lista negra); una regulación más estricta de las agencias de rating; un control de los hedge funds y un nuevo marco de supervisión financiera. Es decir, 'la esencia será exactamente igual a lo que ya se ha aprobado en la UE', aseguran las fuentes consultadas.
Las mismas fuentes creen que en Londres, además, se añadirá una apuesta clara por el retorno a la disciplina fiscal tan pronto como sea posible y una referencia a la necesidad de un crecimiento medioambientalmente sostenible.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que asiste por segunda vez al G-20, incluso ha asegurado que la reunión de Londres va a marcar la etapa definitiva de la reforma del sistema financiero y esto tendrá un alcance histórico'.
El optimismo europeo contiene, sin embargo, ciertas dosis de autocomplacencia. Por lo pronto, la UE no llega a la cita con una imagen inmaculada. Tres de sus socios (Letonia, Hungría y Rumanía) han tenido que pedir socorro al FMI. Y el actual presidente semestral, Mirek Topolanek, acaba de dimitir como primer ministro checo. Topolanek, además, ha tensado la relación con Washington al afirmar que sus planes fiscales son 'un camino al infierno'.
El liderazgo de la UE en el proceso de Washington adolece, además, según las voces más exigentes, de una clara rebaja en el alcance de las reformas financieras propuestas. La UE está a punto de aprobar su sistema de control de las agencias de rating, pero ha suavizado la propuesta inicial de la Comisión. Ayer mismo, el grupo socialista del Parlamento Europeo también lamentó la inminente propuesta sobre hedge funds, porque se limitará, según sus informaciones, a un sistema de registro de ese tipo de fondos.
Europa, por último, intenta zafarse de la presión de EE UU y otras zonas del planeta para que la reunión de Londres se transforme en especie de conferencia de donantes, en la que las principales economías se limitarían a comprometer nuevos recursos presupuestarios para estimular la demanda.
Discrepancias
Bruselas asegura que no existe tal riesgo y que las supuestas discrepancias con Washington sólo existen en los medios de comunicación. Pero el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geitner, durante la reunión de ministros de Economía del G-20 previa a la cita de Londres, dedicó la mayor de su intervención a advertir que 'la recesión global se está agravando' y a pedir al resto de países 'un esfuerzo sustancial y sostenido' equivalente al aprobado por EE UU.
A pesar de todo, en la Comisión Europea aseguran que 'nosotros no vamos a entrar en esa batalla'. E insisten en que Europa esperará a comprobar el efecto de su primer plan de recuperación (equivalente, dicen, al 3,3% del PIB comunitario), antes de movilizar nuevos recursos.
Bruselas insiste en que 'la UE afronta el G-20 con una posición fuerte'. Y recuerda que 'Europa desencadenó este proceso de reforma, superando las reticencias de la anterior administración estadounidense, y está dispuesta a seguir liderándolo'.