Bonos de AIG: ¿Inmorales o recompensa por un duro esfuerzo?
Jake DeSantis, vicepresidente ejecutivo de la unidad de Productos Financieros de AIG ha publicado hoy en The New York Times una carta de dimisión que profundiza y abre más aún el debate en la crisis de esta aseguradora y, sobre todo, en el de las compensaciones de las entidades financieras en EE UU.
DeSantis argumenta en la larga misiva enviada el martes al consejero delegado de AIG , Ed Liddy, que ni él ni la mayoría de las personas que trabajan ahora en la división de productos financieros fueron quienes causaron el agujero perpetrado en la solided financiera de aseguradora a través de los CDS. "La mayoría de los responsables han dejado la compañía y escapado el escándalo público".
Este ejecutivo, que ha trabajado 11 años para AIG dice que después de 12 meses "de duro trabajo para desmontar la compañía, meses en los se nos aseguró muchas veces que seríamos recompensados en marzo de 2009, hemos sido traicionados por la empresa y perseguidos por los políticos". DeSantis afirma que como Liddy, él accedió a trabajar por un salario de 1 dólar al año "por el sentido de la responsabilidad hacia AIG y los políticos que han venido en nuestra ayuda" pero esperaba una compensación a fin de año que se acordó en su contrato de 742.006,40 dólares netos.
"Una vez que he sido abandonado" tanto por la empresa como por Washington, "no puedo justificar trabajar 10, 12 ó 14 horas al día, lejos de mi familia para el beneficio de los que me han dejado de apoyar". DeSantis afirma que Liddy no habló de renegociar los contratos hasta horas antes de su comparecencia en el Congreso la semana pasada y supone que no lo hizo porque sabía que no podía, aunque era consciente de lo dañino que era políticamente.
A la espera de la tributación
DeSantis afirma que donará su compensación a los damnificados por la crisis una vez que se aclare la tributación de esta. La semana pasada la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley en el que se gravaban estos pagos con un tipo del 90%. En el Senado, esta propuesta está perdiendo fuelle. El Gobierno de Barack Obama no la apoya en sus términos actuales y entre otras cosas se considera que puede ser anticonstitucional por ser una regulación que tiene como objetivo causas individuales y no generales.
El ya dimitido ejecutivo de AIG afirma que nunca recibió ninguna paga derivada de las operaciones de los CDS, que fueron muy lucrativos antes de explotar, y que ha perdido muchos de sus ahorros invertidos en la aseguradora. Además explica que muchos de los trabajadores de esta división de Productos Financieros han desestimado ofertas de otras compañías y ahora la única motivación que tienen es el miedo de que los fiscales generales de Nueva York y Connecticut hagan públicos sus nombres para escarnio público.
La carta de este ejecutivo es una pieza más en el debate de las compensaciones financieras que suelen abonar unos sueldos relativamente bajos a sus empleados y se redondean con bonus que suponen la mayor parte de la compensación total. El problema del bonus es que crece en la medida en la que hay beneficios, algo que muchos analistas ven como uno de los detonantes de una mayor asunción de riesgo para elevar los beneficios a corto plazo independientemente del destino del largo plazo. Pero AIG está lejos de ser una entidad en beneficios, de hecho es una compañía que ha registrado pérdidas históricas y ha sido capitalizada en varias ocasiones por el Gobierno de EE UU.