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Tribuna
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Salvar el Estado de bienestar

La actual situación de crisis económica se describe en tres niveles. El global, caracterizado por un alto crecimiento de población y con más de 3.000 millones de personas accediendo al mercado (Rusia, China, India). Muchas empresas han aprovechado las oportunidades de negocio, pero el crecimiento desorbitado ha impactado en el clima, los recursos, la energía, los alimentos y los precios. El segundo nivel es el coyuntural, el de la crisis inmobiliaria. Y el tercero, el de la crisis de financiación que padece Cataluña.

Hacen falta cambios, ser creativo e innovador. Lo tienen que ser las empresas para ser competitivas, pero también la Administración, sobre todo la central, que tiene delante suyo como mínimo una decena de retos para superar la crisis. Es el Estado quien tiene que tomar medidas de choque, como el plan integral de apoyo a la automoción o los créditos del ICO, porque es quien tiene los medios y los recursos para hacerlo, pero tienen que ser aportaciones reales, no sólo de maquillaje. Pero Zapatero tiene que ir más allá, tiene que apostar por reformas estructurales, medidas sociales y la mejora de la financiación de las Administraciones territoriales.

De entrada, faltan deducciones fiscales para las pequeñas y medianas empresas que reinvierten sus beneficios en la mejora de la compañía, de la competitividad y de las exportaciones, y en la aplicación de nuevas tecnologías. Hace falta también que el Estado afronte una reforma del subsidio del paro para que sea un incentivo para buscar trabajo y formarse, como pasa en las socialdemocracias norteuropeas.

La Agencia Tributaria, que se dedica básicamente a perseguir empresas productivas, que reinvierten beneficios y que buscan I+D, se tendría que dedicar a las grandes bolsas de fraude. No puede ser casual que Cataluña sea el territorio donde hay más inspecciones fiscales y más liquidaciones de éstas y que haya una diferencia enorme con los datos de la Comunidad de Madrid.

El Gobierno del Estado también tiene que acabar con la deslealtad institucional y las irresponsabilidades, como lo fue la medida de los 400 euros. En momentos como el actual es necesario afrontar la necesidad de reducir el Estado. Se han transferido competencias a todas las comunidades, pero los ministerios continúan en Madrid. Y no sólo eso, sino que se han creado nuevos que pasan por encima de las competencias de la Generalitat.

Se tiene que poner encima de la mesa el tema de la financiación local. Los ayuntamientos son los que han resistido y están resistiendo, en una situación muy difícil, todo el alud de población y los nuevos retos en materia social, y esto se tiene que tener en cuenta.

En materia laboral, apostar por la flexiseguridad: seguridad en el sitio de trabajo, pero también flexibilidad, para adaptarnos a los nuevos retos y a una situación difícil que la economía productiva catalana, y por extensión la del Estado, tiene que asumir. En la misma línea, se tienen que introducir cambios en los horarios laborales para favorecer la conciliación y mejorar la productividad. También se tienen que acabar los privilegios corporativos, ya que muchas empresas se mantienen y resisten en determinados organismos sin dar ningún servicio. Y por último, el Gobierno español tiene que traspasar a Cataluña la formación continua, otro de sus incumplimientos.

Es el momento de tomar los problemas como verdaderas oportunidades, hacer cambios reales, decididos y valientes para consolidar el Estado de bienestar y para el bien de todos.

Se habla ahora de la necesidad de establecer algún tipo de gobernancia global para aspectos mundiales, con reglas del juego mundiales. Será complicado, pero si los principales Estados se involucran puede ser posible. Europa y Estados Unidos se tendrán que aliar para exportar la democracia al mundo; mientras haya países que puedan ir explotando el planeta sin derechos sociales ni ambientales, la economía no tiene salida. Pondremos en riesgo el Estado de bienestar y la misma democracia.

Tenemos que salvarlo con valores que parecen haber sido abandonados y que la sociedad tiene que recuperar: esfuerzo, creatividad, educación y valor añadido, y basando el modelo del nuevo sistema económico en el conocimiento, la investigación y la innovación en vez de en el dinero fácil y la construcción, un modelo que hemos comprobado que no funciona.

Es el momento de liderar cambios para salvar el Estado de bienestar de Cataluña y para afrontar el futuro del país y de sus ciudadanos con garantías.

Josep Huguet i Biosca. Consejero de Innovación de la Generalitat de Cataluña y miembro del Consejo Nacional de Esquerra

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