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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Seat necesita quedarse con el Audi Q3

Los 11.000 trabajadores de la planta de Seat en Martorell, Zona Franca de Barcelona y los centros de recambios aceptan congelar este año el sueldo y limitar la subida de 2010 a la mitad del IPC para facilitar la decisión de su matriz, la germana Volkswagen, de fabricar el modelo Q3 de Audi en las cadenas de montaje catalanas. De forma mayoritaria, la plantilla de Seat acepta el sacrificio en sus rentas para mantener viva la producción en unos talleres que, en caso contrario, estaban abocados a serios recortes de producción. Una decisión inteligente cuando el debate mundial se centra en dónde se ubica un empleo industrial cada vez más escaso.

No obstante, la dirección de Seat ya advirtió ayer, tras conocer la decisión de la plantilla, que la congelación salarial debe ser por dos años y que, pese a aceptarla, es una condición necesaria para fabricar el Q3, pero en ningún caso suficiente y definitiva. Seat exige una posición común de todo el comité intercentros que recoja explícitamente la congelación en los términos pedidos por la empresa, dos años, y alerta de que la competencia entre todas las plantas de la multinacional alemana para montar el chasis del Q3 será muy dura. Nada hay, por tanto, definitivo.

Todas las fuerzas económicas catalanas y el propio ministro de Trabajo valoraron ayer el esfuerzo de la plantilla de Seat, y todos concluyeron también que ahora ya no hay excusas para que Volkswagen no lleve el nuevo modelo de Audi a las cadenas de Martorell. No obstante, hay que recordar que el resto de las opciones con las que cuenta la multinacional germana ya parte de similares sacrificios a los ofrecidos por la plantilla de Seat, y que no será otra variable que la productividad agregada y sostenible en el tiempo la que decida el destino del nuevo modelo. Por tanto, además de los costes laborales entrarán en liza todas las cuestiones referentes a la flexibilidad interna de la plantilla, las posibilidades de la logística o la complementariedad del nuevo proceso productivo con el resto de los centros de Volkswagen, amén del plus proteccionista que pueden tener y hacer valer los centros ubicados en Alemania en momentos de escasez de nueva inversión.

Tras la crisis económica mundial, la del automóvil será una de las industrias que más transformada salga. Por ello, las decisiones industriales de ahora deben tener en cuenta una simulación acertada del desempeño de cada planta de producción para la próxima década. Eso obliga a hacer esfuerzos adicionales a los trabajadores, pero también a todos los Gobiernos implicados, especialmente a la Generalitat de Cataluña y al Gobierno central, para crear el ambiente normativo adecuado en materia fiscal, de cotizaciones y logístico que convierta a Martorell en la planta mejor situada de la multinacional. Ni España ni Cataluña, referencias mundiales de la industria del motor, ni los trabajadores de Seat pueden permitirse el lujo de perder terreno en el reparto de la tarta automovilística mundial.

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