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De viaje

Dubai, un sueño de cristal

Lo que era hace poco una aldea entre las dunas se ha convertido en el lugar más trepidante del planeta, un previsible nuevo astro turístico, que el día 28 acogerá la carrera hípica mejor dotada.

Resulta un término manido, pero es inevitable: espejismo. Eso parece la visión, en pleno desierto, de colosos de cristal vallando el horizonte, ejércitos de grúas y esqueletos de edificios en un paisaje futurista, hilvanado por un tren aéreo como sacado de un cómic o videojuego. Todo allí es superlativo. La torre más alta del mundo, el Burj Dubai: un kilómetro hacia el cielo. Tres islas artificiales en forma de palmera, más otro archipiélago de 300 islas en forma de mapamundi. Y la carrera de caballos con el mayor premio, 4,6 millones de euros, que tiene el rimbombante nombre de Copa del Mundo de Dubai. El sábado 28 se celebra la edición de este año, que reúne a los mejores caballos y jinetes, en un recorrido de dos kilómetros. Ese mismo día se celebran seis carreras más, premiadas con otros 12 millones de euros.

Dubai era hacia 1930 un poblacho entre las dunas, con cuatro pescadores y colectores de dátiles. En 1966 se encontró petróleo. En 1971 los jeques del área apostaron por la unión política; siete emiratos aceptaron, entre ellos Dubai y Abu Dhabi (el más extenso), pero Qatar, Bahrein o Kuwait quedaron fuera de la federación de Emiratos Árabes Unidos. Abu Dhabi ostenta la capitalidad de Emiratos y aspira a convertirse en el polo cultural, mientras que Dubai se afianza como dinámico centro financiero y comercial, equidistante (a seis horas de avión) tanto de Londres como de Tokio: un punto físico de encuentro entre Oriente y Occidente. El PIB de Dubai ha estado creciendo en los últimos años a un 7-8%. Allí no existen los impuestos.

Desde 1990 el Ruler de Dubai y vicepresidente de Emiratos, el jeque Mohamed bin Rashid al Maktoum, ha sido el profeta de una visión futurista y casi alucinada para su reino, convertido en el punto más vibrante del planeta en estos momentos. Los proyectos en marcha se cuentan por centenares, previsto el final de algunos para 2012 y 2015, otros con mayor alcance. Sólo a título de curiosidad: si Dubai contaba con sólo 72 kilómetros de costa, con las islas artificiales llegará a tener más de 1.000. La población, que ahora es de 1,5 millones (en un 70% extranjeros, indios sobre todo), rondará en un par de años los cinco millones.

El turismo, la construcción y los eventos deportivos son el motor de un país poblado por un 70% de extranjeros

Son todas cifras de vértigo, y el visitante tiene la impresión de estar asistiendo a una versión reducida de la creación del mundo. Echando pie a tierra, tampoco quedará defraudado. Dubai se ha esforzado por fijar y lustrar su (magra) memoria histórica. A orillas de la ría (brazo de mar que penetra y divide la parte antigua) se han recuperado fuertes y palacios, alguno convertido en museo o heritage center. Los zocos antiguos (de especias, telas, oro) recuerdan que la aldea marinera tuvo también cierto ajetreo comercial. Los viejos dhows (barcos) de madera son ahora restaurantes flotantes, donde se relajan y cenan los numerosos turistas (seis millones ahora, se espera doblar la cifra en cinco años), después de pasar la jornada haciendo shopping duro, o bregando con las dunas del desierto en lujosos y potentes 4x4.

Con los tiempos que corren y vista la repentina parsimonia de las grúas, la pregunta es inevitable: ¿podrá terminarse esta demasía? El jeque reinante (y su hijo heredero, de 24 años) parecen estar dibujando en el mapa de Dubai un bordado de sueños a golpe de fantasía y talonario. Pero además de la voluntad regia hace falta el dinero de inversores, y también el de miles de compradores (tipo Beckham o Schumacher) que adquieran islas enteras o villas de lujo con yate a la puerta por dos o cuatro millones de dólares. Todo está empezado, todo está previsto (incluso los niveles del mar, de aquí a ¡mil años!), sólo queda por ver si todo sigue adelante, si el sueño alucinado del monarca no se quiebra y se convierte en pesadilla. Mientras eso no ocurra, Dubai es un must absoluto que hay que contemplar a toda costa. Para ver el futuro que nunca veremos.

Guía para el viajero

Cómo ir. La agencia de viajes online Destinia.com (902 303 555) acaba de sacar un paquete de 6 días/4 noches que incluye vuelo regular desde Madrid o Barcelona i/v, alojamiento, traslados, seguros y algunas visitas y excursiones, desde 1.415 euros; y otro de 5 días/3 noches con vuelo desde Madrid, alojamiento y media pensión, traslados y seguros, desde 1.130 euros.Alojarse. Burj Al Arab (971 4 301 7777) es un icono de Dubai, con su forma de vela y metido en el mar, un siete estrellas con habitaciones dúplex y detalles de gran lujo, la habitación más barata cuesta 1.500 euros. Hotel Atlantis (971 4 426 0000), primer gran hotel construido en la primera palmera (The Palm Jumeirah), gemelo del Atlantis de Bahamas; desde 430 euros por noche.Comer. Un paraíso: docenas de restaurantes de todo tipo (el emirato tiene residentes de 140 nacionalidades). Muy de moda están el japonés Nobu (en el Atlantis, 971 4 426 2626) o el Buddha Bar (Grosvenor House Dubai, 971 4 399 8888). Santi Santamaría acaba de abrir un restaurante, el Ossian, en el complejo Atlantis.

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