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Tribuna
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Mujeres para ganar confianza

Meredith Whitney, analista de Oppenheimer & Co, removió los cimientos del sistema financiero el 31 de octubre de 2007 al denunciar en un demoledor informe la situación en la que se encontraban las entidades bancarias americanas. Antes de dicho informe, la opinión generalizada era que la incipiente crisis era un problema momentáneo de falta de liquidez. Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón.

Pero no siempre se ha escuchado por igual a la mujer. El pasado 8 de octubre el The New York Times recordaba una lamentable historia. Brooksley Born, presidenta en la segunda mitad de los noventa de la Commodity Futures Trading Commission, advirtió del peligro de la proliferación de los derivados negociados fuera de los mercados regulados. Brooksley intentó establecer un sistema de control y regulación que habría limitado los actuales problemas. Sin embargo, dicha acción fue parada en el Congreso americano por el todopoderoso Alan Greenspan. Se cuenta que Born era vista con desprecio por no ser una de ellos.

Este hecho no es más que una señal de un problema generalizado en el sector financiero: las mujeres han sido excluidas de los puestos de responsabilidad. En el estudio titulado Gender Diversity on European Bank's Board of Directors que he realizado junto con María Jesús Nieto y Ricardo Gimeno, encontramos que entre 7.868 miembros de los consejos de 625 bancos de la Unión Europea, sólo 555 eran mujeres, apenas un 7%. Y uno de los motivos del bajo porcentaje es que las mujeres no son consideradas como uno de los nuestros.

Los consejos de administración de las empresas juegan un papel fundamental a la hora de monitorizar la acción del presidente. Una forma que los presidentes tienen de suavizar esa acción incómoda es procurar que los elegidos como consejeros sean amigos que no pongan demasiados problemas. Cualquier nombramiento que rompa la homogeneidad del consejo es visto como una verdadera molestia.

En Islandia, tras las graves consecuencias de la crisis, se han dado cuenta que a la hora de nombrar candidatos para puestos de responsabilidad es crucial seleccionar a los mejores con independencia de su sexo, y están confiando puestos claves a mujeres. Ese es el caso de la nueva primera ministra Johanna Sigurdardottir, o las dos elegidas para dirigir los nuevos bancos islandeses: Elín Sigfúsdóttir y Birna Einarsdóttir. No obstante, algunos de los comentarios surgidos tras estos nombramientos no hacen más que perpetuar estereotipos.

Así, se oye que Lehman Sisters no hubiera quebrado o que si las mujeres hubieran dirigido los bancos no estaríamos en crisis. Sin embargo, estos comentarios esconden un estereotipo que ha contribuido a mantenerlas alejadas de los puestos de poder: y es que las mujeres no asumen riesgos. En un estudio publicado en la prestigiosa American Economic Review en 1999, la profesora Renate Schubert mostraba que esa aversión al riesgo no tenía que ver con el género, sino con la situación de la persona. Si a una mujer se le dan menos oportunidades que a un hombre de equivocarse o si se encuentra en una situación económica más precaria, tratará de evitar riesgos. El mecanismo también funciona en el sentido contrario, una sensación de demasiada seguridad en el seno del consejo puede llevar a sus miembros a asumir demasiados riesgos.

La reciente crisis arroja serias dudas sobre la tradición de consejos excesivamente homogéneos. Una de las lecciones que deberíamos sacar es que no podemos permitirnos el lujo de desaprovechar la diversidad innata al talento, puesto que tarde o temprano pagaremos el precio en forma de economías anquilosadas y Gobiernos desestabilizados.

Ruth Mateos. Profesora del Departamento de Empresa de la Facultad de CC Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo

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