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Dos opciones para estabilizar la economía: mejor por precio que por cantidad

Cuando el paro se acerca a los cuatro millones de personas se ha abierto un debate bastante nominalista sobre cómo solucionar el problema. En paralelo, los sindicatos han roto su negociación con la patronal acerca de la política salarial de este año, y anunciaron subidas mínimas del 2%, dando la espalda a planteamientos que han configurado siempre el abc de la política económica, cual es la moderación de los costes para recuperar la creación de empleo. España tiene un problema y por eso destruye empleo: pierde competitividad a marchas forzadas, tal como refleja la caída vertiginosa de la producción industrial. No tiene muchas opciones para recuperarla, salvo un acuerdo general de rentas que estabilice la economía y recomponga la productividad real. Tres años de congelación de los costes laborales, acompañados de tres años de congelación de los márgenes empresariales, y buena parte del asunto estará resuelto. Si no se hace tal ajuste con los precios (salarios y mérgenes), habrá que hacerlo por cantidad (empleo). En paralelo, el Gobierno debe buscar complicidad con la sociedad para hacer las reformas de los mercados que mutipliquen el crecimiento potenbcial de la economía. No hay otra fórmula para absorber el desempleo masivo.

España ha registrado una explosión del empleo en los años siguientes a cada remoderación de la normativa laboral en la que se intropducía flexibilidad y reducción de costes. Fundamentalmente en los ochenta se disparó la generación de empleo con la aplicación casi indiscriminada de la contratación temporal (coste cero del despido); se repitió el fenómeno en los noventa, cuando a partir de 1997 se redujo el despido para los trabajadores fijos cuya contratación estuviese, además, subvencionada con cotizacione a la Seguridad Social, lo que supone una doble reducción del coste laboral; y se reprodujo una avalancha parecida con la generación de ocupación esta década cuando la entrada masiva de inmigrantes tiró para abajo de los costes laborales, aplicanmdo sin decretos ni nada, la directriva de Servicios, que tanto miedo da a los sindicatos y a algunas empresas.

Es decir: reducción de precio, aumento de la demanda. Reducción del precio del factor trabajo, aumento del empleo. Ahora, cuando el desempleo se acerca a los cuatro millones, y cuando ya hay gente con conocimiento de causa y experiencia acreditada que habla de cinco millones de parados, habrá que ensayar algo así. El Gobierno, de momento se limita a esperar y ver cómo se desarrolla la tormenta, para terminar legislando cuando no quede otro remedio y el daño esté hecho. Ha puesto en marcha algunas medidas, pero su efectividad está por ver.

Dos gestores españoles de empresas multinacionales han expresado en los últimops días en este periódico, con distintas palabras, las mismas preocupaciones en la gestión de la industria, y en ambos casos la conclusión es parecida: Hay que elevar la productividad y reducir los costes para recuperar la competitividad. El presidente de Seat y vicepresidente de Volkswagen, Francisco García Sanz, y el presidente de IBM España, Juan Antonio Zufuría, tienen claro que hay que hacer apuestas en la inversión y en la productividad para mantener los niveles de empleo. Hoy podemos tener un ejemplo de cuál es el nivel de sacrificio de los sindicatos para mantener núcleos claves de la industria automovilística en España: el Consejo de Volkswagen decide su el nuevo Audi deportivo se fabrica en las cadenas de Seat, en Cataluña, pero exige al menos dos años de congelación salarial.

Elevar tal mecanismo a nivel macroeconómico es una de las soluciones más rápidas para estabilizar la economía en España, de tal forma que reduzca la inflación diferencial (ahora dominada por la crisis), y recomponga los niveles de competitividad que antes se corregían con el instrumento castizo de las devaluaciones, y que hoy han desaparecido para bien de todos nosotros. España precisa un pacto de congelación de rentas y márhenes de al menos tres años para absorber la competitividad de al menos doce puntos que ha perdido con respecto al resto de países que conforman el área euro desde que la economía se integró en la Unión Monetaria. Si no estamos dispuestos, y en ello tienen una gran responsabilidad los sindicatos de trabajadores y empresarios, a hacer el ajuste por la vía del precio (coste laboral y margen empresarial), habrá que hacerlo por la vía de las cantidades: más despidos.

En paralelo el Gobierno debe diseñar un calendario ambicioso de reformas de todos los mercdados de bienes, servicios y factores, de tal forma que cuando se estabilice la economía y se inicie la recuperación, el crecimiento potencial (sin inflación) sea más generoso para poder absorber toda la población activa existente, incluso aquella que en los últimos años con el sistema de protección tal como está diseñado ha preferido rotar entre empleo y paro remunerado.

Ustedes mismos.

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