Cuestión de Estado
Actualmente, en el ámbito de la tecnología y de la economía del conocimiento, nuestro país tiene todavía un largo camino que recorrer para alcanzar la posición que le correspondería como octava potencia económica mundial. Por ello, la contribución que las TIC pueden hacer, no sólo para salir de la actual situación de crisis económica que vivimos, sino también para crear un nuevo modelo económico más productivo y de más valor añadido, obliga a una seria reflexión para convertir la política de innovación en una verdadera cuestión de Estado.
Nuestro modelo económico, basado en sectores de escaso valor añadido, se ha mostrado a todas luces débil, lo que está incidiendo de manera grave en la profundidad de la actual situación de crisis económica. Por ello, ha llegado el momento de reflexionar y de apostar por un modelo de crecimiento más sólido y productivo, basado en la competitividad y en la economía del conocimiento, capaz de producir bienes y servicios atractivos para el mercado exterior, además de regenerar y desarrollar y permitir el crecimiento de nuestro tejido empresarial.
En este sentido, el sector de las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y la electrónica constituye el pilar básico en esta economía del conocimiento. Pero es preciso contar con una regulación adecuada que fomente e impulse las inversiones en desarrollo tecnológico. También es fundamental que el sector público continúe e incremente su apuesta por este entorno, a través de mecanismos como el Plan Avanza o el Ingenio 2010, o el recién anunciado Plan Avanza 2, abordando las reformas estructurales que sean precisas para adelantar o, al menos, igualar a los países que, teniendo niveles de desarrollo económico iguales o menores que los nuestros, están más avanzados tecnológicamente.
Si esto ya era necesario y urgente hace unos meses, la presente situación económica contribuye a que esta necesidad y esta urgencia sean ya insoslayables si no queremos perder definitivamente el tren de la productividad, de la competitividad y del desarrollo económico sólido y sostenible propio de una economía avanzada. Nuestro país cuenta con importantes recursos para hacer frente a este reto, pero existen barreras que es preciso eliminar, aunque esto tenga en ocasiones importantes costes de imagen y político.
La innovación constituye el factor esencial para asegurar que España pueda retomar la senda de crecimiento económico y del bienestar social, al representar el instrumento más eficaz para mejorar la productividad, mejorar los servicios a los ciudadanos y a las empresas y luchar contra las desigualdades sociales y territoriales. En este sentido, creo llegado el momento de elevar la prioridad y atención que se concede a las políticas de innovación tecnológica y de fomento de una I+D de calidad y útil para las empresas y la sociedad en general. Ha llegado la hora de que las políticas de innovación, al igual que ocurre con otras áreas sociales, adquiera la categoría de cuestión de Estado.
Martín Pérez. Presidente de Asimelec (Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y Comunicaciones)